Media votos
7,8
Votos
1 391
Críticas
273
Listas
61
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de davilochi:
7
Drama
Nicole, una joven intelectual es detenida e interrogada en los años del stalinismo, simplemente por tener ideas contrarias al régimen establecido. (FILMAFFINITY)
5 de agosto de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es mi primera incursión en el cine de Nicolae Margineanu, un director rumano que descubrí gracias a mi amigo Jota y que parece tener muchas cosas interesantes que mostrar. En esta ocasión se centra en la historia de Nicoleta Valery Grossu, periodista y escritora perteneciente al Partido Nacional Campesino de Rumanía que fue ilegalizado con la subida del Partido Comunista al poder entre 1947 y 1948. Lo que nos muestra el film es su paso por las cárceles del nuevo régimen, como una más entre los miles de individuos que fueron procesados y purgados en el proceso de consolidación del PC en el poder. Sin embargo, su condición de escritora y, por tanto, la posibilidad de difundir su historia otorgaron a Nicoleta Valery Grossu la condición de heroina en la lucha contra el comunismo, algo que hoy en día es muy valorado en Rumanía. De hecho, en el año 1969 emprendió el camino del exilio a Francia junto a su marido, Sergiu Grossu -también represaliado por el régimen-, desde donde lanzaría en 1976 la obra por la que sería reconocida en todo el mundo, "Benie sois-tu, prison", en la cual se basa el film de Margineanu.
A pesar de los escasos medios con que contó el director rumano para la realización de esta película éste explota al cien por cien de sus posibilidades los recursos puestos a su disposición, aún con todo esta obra no se acerca al nivel de excelencia de otros dramas carcelarios ambientados en la época estalinista del bloque soviético como "La confesión", de Costa-Gavras, o "Przesluchanie", de Bugajski. En esta ocasión nos encontramos en el año 1949, en plena campaña de detenciones para la consolidación del Partido Comunista en el poder. Vemos a Nicoleta, muy bien interpretada por Maria Ploae, siendo transportada con los ojos vendados a través de los pasillos de una vieja prisión, con lo cual se pretende transmitir al espectador la sensación de angustia e indefensión que se apoderaba del individuo sometido a semejantes condiciones. El director no deja de apuntar diversos detalles importantes, como el hecho de que la protagonista pertenecía a una familia acomodada, lo cual lo constatamos cuando es desposeida de sus efectos personales: un collar de perlas y varios perfumes salidos de su bolso. De algún modo la experiencia carcelaria estaba concebida para despojar al ser humano de su individualidad mediante su aislamiento, incluso de su humanidad, buscando que éste se retractara de sus ideas políticas por consunción. Hasta tal punto es así que se arrebata al individuo su intimidad -lo más propio de la individualidad-, impidiéndole incluso hacer sus necesidades con tranquilidad. Se trata de alterar el ritmo vital hata el punto de desquiciar al detenido, rebajándolo de este modo a la condición de un animal, consiguiendo de este modo, además, que el carcelero vea en éste confirmada de un modo real y plástico la imagen negativa de sus enemigos políticos que le ha sido inoculada por la propaganda del partido.
A pesar de los escasos medios con que contó el director rumano para la realización de esta película éste explota al cien por cien de sus posibilidades los recursos puestos a su disposición, aún con todo esta obra no se acerca al nivel de excelencia de otros dramas carcelarios ambientados en la época estalinista del bloque soviético como "La confesión", de Costa-Gavras, o "Przesluchanie", de Bugajski. En esta ocasión nos encontramos en el año 1949, en plena campaña de detenciones para la consolidación del Partido Comunista en el poder. Vemos a Nicoleta, muy bien interpretada por Maria Ploae, siendo transportada con los ojos vendados a través de los pasillos de una vieja prisión, con lo cual se pretende transmitir al espectador la sensación de angustia e indefensión que se apoderaba del individuo sometido a semejantes condiciones. El director no deja de apuntar diversos detalles importantes, como el hecho de que la protagonista pertenecía a una familia acomodada, lo cual lo constatamos cuando es desposeida de sus efectos personales: un collar de perlas y varios perfumes salidos de su bolso. De algún modo la experiencia carcelaria estaba concebida para despojar al ser humano de su individualidad mediante su aislamiento, incluso de su humanidad, buscando que éste se retractara de sus ideas políticas por consunción. Hasta tal punto es así que se arrebata al individuo su intimidad -lo más propio de la individualidad-, impidiéndole incluso hacer sus necesidades con tranquilidad. Se trata de alterar el ritmo vital hata el punto de desquiciar al detenido, rebajándolo de este modo a la condición de un animal, consiguiendo de este modo, además, que el carcelero vea en éste confirmada de un modo real y plástico la imagen negativa de sus enemigos políticos que le ha sido inoculada por la propaganda del partido.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Una y otra vez Margineanu nos muestra con una sorpredente plasticidad la realidad de un momento particularmente traumático de la historia rumana -aunque ésta, por desgracia, esté poblado de ellos-. Es interesante, por ejemplo, el momento de la detención, cuando el policía político le ordena al sacarla de su casa: "no pares, no grites y camina como si te pasearas". El nuevo régimen pretende preservar por todos los medios la sensación de normalidad, eludiendo el hecho de que la sociedad estaba sometida a los designios de un Estado policial.
Toda la película aparece atravesada por un halo de misticismo y religiosidad que parecen querer identificar la auténtica identidad rumana con el cristianismo. De hecho es la fe la que le da la fuerza necesaria para superar todas las pruebas que se va a ir encontrando durante su estancia en la cárcel, tratando de destacar en todo momento la superioridad moral de Nicoleta sobre los que la encarcelaron, quienes se impusieron por medio de la violencia. En este sentido hay que reconocer que la película es fiel a la obra de la protagonista, pues ofrece una visión parcial que de ningún modo trata de penetrar la mentalidad del carcelero, sino que siempre observa a éste como administrador arbitrario del terror para quien el fin justifica los medios.
Sea como fuere el film combate determinadas ideas tópicas, como la de que el Partido Comunista fue la principal fuerza antifascista durante los años 1944 y 1945, nada más lejos de la realidad si tenemos en cuenta que éste era un grupúsculo bastante reducido por aquel entonces (2.000 afiliados en septiembre de 1944), poniendo el peso de esta lucha en los llamados "partidos demócratas". Sin embargo, siguiendo con una tendencia bastante típica en la Rumanía de hoy la película olvida las raíces fascistas y autoritarias de una institución como el Partido Nacional Campesino, sobre cuyas bases se sustentó en no poca medida el régimen de Antonescu (a cuya viuda vemos en pantalla en la presión Mislea, donde ambas coincidieron). Sin embargo, como ocurre generalmente, siempre hay quien abandona el barco antes de que se hunda.
En cualquier caso Margineanu muestra a la perfección el sistema por el cual se regían las purgas: el efecto dominó. Éste se basa en la elaboración de listados en base a las relaciones sociales de los detenidos, quienes son forzados a inculpar a sus amistades con el objetivo de obtener acusaciones que puedan mantener en marcha el molino insaciable del terror. El dilema que se presenta a las víctimas es evidente: cualquier nombre que dijeran podía suponer una detención, pero el no hacerlo implicaba sufrir las insoportables torturas.
Toda la película aparece atravesada por un halo de misticismo y religiosidad que parecen querer identificar la auténtica identidad rumana con el cristianismo. De hecho es la fe la que le da la fuerza necesaria para superar todas las pruebas que se va a ir encontrando durante su estancia en la cárcel, tratando de destacar en todo momento la superioridad moral de Nicoleta sobre los que la encarcelaron, quienes se impusieron por medio de la violencia. En este sentido hay que reconocer que la película es fiel a la obra de la protagonista, pues ofrece una visión parcial que de ningún modo trata de penetrar la mentalidad del carcelero, sino que siempre observa a éste como administrador arbitrario del terror para quien el fin justifica los medios.
Sea como fuere el film combate determinadas ideas tópicas, como la de que el Partido Comunista fue la principal fuerza antifascista durante los años 1944 y 1945, nada más lejos de la realidad si tenemos en cuenta que éste era un grupúsculo bastante reducido por aquel entonces (2.000 afiliados en septiembre de 1944), poniendo el peso de esta lucha en los llamados "partidos demócratas". Sin embargo, siguiendo con una tendencia bastante típica en la Rumanía de hoy la película olvida las raíces fascistas y autoritarias de una institución como el Partido Nacional Campesino, sobre cuyas bases se sustentó en no poca medida el régimen de Antonescu (a cuya viuda vemos en pantalla en la presión Mislea, donde ambas coincidieron). Sin embargo, como ocurre generalmente, siempre hay quien abandona el barco antes de que se hunda.
En cualquier caso Margineanu muestra a la perfección el sistema por el cual se regían las purgas: el efecto dominó. Éste se basa en la elaboración de listados en base a las relaciones sociales de los detenidos, quienes son forzados a inculpar a sus amistades con el objetivo de obtener acusaciones que puedan mantener en marcha el molino insaciable del terror. El dilema que se presenta a las víctimas es evidente: cualquier nombre que dijeran podía suponer una detención, pero el no hacerlo implicaba sufrir las insoportables torturas.