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Voto de davilochi:
10
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Comedia. Drama. Bélico
Italia, 1916 (Primera Guerra Mundial). La lucha en las trincheras es una auténtica carnicería. En un regimiento italiano, los soldados Oreste y Giovanni son dos cobardes, cuya amistad se basa, sobre todo, en la búsqueda de la supervivencia. Pero, de repente, van a convertirse en un ejemplo de heroísmo. (FILMAFFINITY)
7 de marzo de 2010
26 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este film bien podría enmarcarse en la línea de otros como "Senderos de gloria", hecha sólo dos años antes, o "Capitán Conan", por poner un ejemplo más moderno. A pesar de que este gran clásico del cine italiano ofrece tintes de comedia en ciertas ocasiones no deja de ser un intenso drama anti-belicista que nos muestra el absurdo de la guerra.
A continuación daré detalles sobre el argumento de la película:
Una de las cosas que se observan a lo largo de todo el film es la división existente entre los italianos debido a su procedencia geográfica. Es una realidad que Italia dista de ser una nación unida cuyo discurso y existencia sea apoyado por la mayor parte de sus ciudadanos. Si esto aún ocurre hoy hay que imaginar lo que ocurría en plena Primera Guerra Mundial, cuando no hacía ni cincuenta años que Italia existía como tal (es interesante ver como Giovanni, siendo de Milán, lleva a cabo una generalización afirmando que "al sur de Parma todos son romanos o camorristas"). En cualquier caso hay que tener en cuenta que la película no explota lo suficiente las posibilidades de esta cuestión tan interesante porque esta incumbió más a los civiles.
Sin embargo lo más importante del film es la crítica a la guerra. Monicelli se sirve de Giovanni, un joven anarquista, para mostrar el conflicto como un producto de los intereses de las clases privilegiadas, las únicas que pueden sacar algún beneficio de la situación. "Esta no es mi guerra. Mi guerra es contra los aprovechados y a esos se los puede encontrar en todas partes". Criticará a sus compañeros por la obediencia ciega al mando. No obstante uno de ellos tratará de explicarle que se trata de un destino ineludible que no queda más remedio que asumir, porque de un modo u otro los alcanzará (una frase que habla de esta sociedad dividida en clases privilegiadas y no privilegiadas es aquella en que afirma "Los hijos de los ricos siempre tienen la suerte de ser declarados no aptos").
Constantemente se ven críticas a la rigidez (que roza el absurdo: necesidad de permiso para pedir dos escobas) y falta de humanidad de la cadena de mandos y la burocracia militar. De hecho Silvana Mangano le preguntará al capitán si alguna vez no se había cansado de serlo. En ese momento éste se quedará un poco consternado y evitará la pregunta rápidamente. Aquí se puede hacer una reflexión en torno al no cuestionamiento del deber y a la división de la responsabilidad hasta hacerla prácticamente inexistente en la cadena de mando. Las consecuencias de esto son las por todos sabidas, aunque esto se va del contenido de la película. Sea como fuere es significativa la imagen en que un joven muchacho ha tenido que morir haciendo de enlace para que el cuartel general desee feliz navidad a los soldados en las trincheras.
A continuación daré detalles sobre el argumento de la película:
Una de las cosas que se observan a lo largo de todo el film es la división existente entre los italianos debido a su procedencia geográfica. Es una realidad que Italia dista de ser una nación unida cuyo discurso y existencia sea apoyado por la mayor parte de sus ciudadanos. Si esto aún ocurre hoy hay que imaginar lo que ocurría en plena Primera Guerra Mundial, cuando no hacía ni cincuenta años que Italia existía como tal (es interesante ver como Giovanni, siendo de Milán, lleva a cabo una generalización afirmando que "al sur de Parma todos son romanos o camorristas"). En cualquier caso hay que tener en cuenta que la película no explota lo suficiente las posibilidades de esta cuestión tan interesante porque esta incumbió más a los civiles.
Sin embargo lo más importante del film es la crítica a la guerra. Monicelli se sirve de Giovanni, un joven anarquista, para mostrar el conflicto como un producto de los intereses de las clases privilegiadas, las únicas que pueden sacar algún beneficio de la situación. "Esta no es mi guerra. Mi guerra es contra los aprovechados y a esos se los puede encontrar en todas partes". Criticará a sus compañeros por la obediencia ciega al mando. No obstante uno de ellos tratará de explicarle que se trata de un destino ineludible que no queda más remedio que asumir, porque de un modo u otro los alcanzará (una frase que habla de esta sociedad dividida en clases privilegiadas y no privilegiadas es aquella en que afirma "Los hijos de los ricos siempre tienen la suerte de ser declarados no aptos").
Constantemente se ven críticas a la rigidez (que roza el absurdo: necesidad de permiso para pedir dos escobas) y falta de humanidad de la cadena de mandos y la burocracia militar. De hecho Silvana Mangano le preguntará al capitán si alguna vez no se había cansado de serlo. En ese momento éste se quedará un poco consternado y evitará la pregunta rápidamente. Aquí se puede hacer una reflexión en torno al no cuestionamiento del deber y a la división de la responsabilidad hasta hacerla prácticamente inexistente en la cadena de mando. Las consecuencias de esto son las por todos sabidas, aunque esto se va del contenido de la película. Sea como fuere es significativa la imagen en que un joven muchacho ha tenido que morir haciendo de enlace para que el cuartel general desee feliz navidad a los soldados en las trincheras.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Se nos presenta el conflicto como un auténtico matadero y quedan patentes las clamorosas deficiencias del ejército italiano. Los soldados son carne de cañón como bien demuestra la amarga frase del mayor: "Porqué artillería si tenemos infantería". La carne de los hombres puede pararlo todo, no hace falta, no es necesario. Se manda a los hombres a un matadero sin garantías de supervivencia. La guerra es un absurdo, ya que como dice un soldado esta "nunca ha servido para nada". Pero ésta no espera a nadie, como bien demuestra la imagen del austriaco preparando café mientras los dos protagonistas son mandados de patrulla con otros dos. Mientras ambos, muy humanos, prefieren esperar a que tome el café para poder dispararle los otros dos se encargan de ello. Si no lo haces tú lo hará el otro. Es el miedo lo que empuja a un hombre a matar en un intento por protegerse.
Otra cuestión patente es la deshumanización a la que somete la guerra a los hombres. Comandar un pelotón de ejecución puede llegar a observarse como una molesta rutina. No se piensa que es la vida de un hombre aquello a lo que se va a poner fin de modo inexorable (algo similar ocurre al final de la película con el oficial austriaco y los dos protagonistas, cuando el romano le pregunta al oficial "¿Cómo se puede matar a la gente así?". Se produce una normalización de la muerte durante la guerra). Los hombres se acostumbran a la violencia y tratan de normalizarla para no enloquecer y poder sobrevivir, así se da una insensibilización a los horrores de la guerra. Así, uno de los protagonistas, al llegar al campo de batalla por primera vez, en la zona gris verá una mano y empezará a vomitar, a lo que un veterano dirá: "¡Impresiona eh! Ya te acostumbrarás". Mientras tanto los altos oficiales dirigen la guerra desde sus despachos, insensibles al dolor, legitimados por el deber para con la patria (en ello se apoyarán todas las decisiones de la cadena de mando y la decisión de mandar a millones de personas a la muerte y a unas condiciones de vida penosas: "La guerra no es más que un largo ocio sin un minuto de descanso" o "Ningún hombre tiene el derecho a mandar a otro a morir"). Por un momento Monicelli trata de acercar la realidad de los soldados a ambos lados de la zona gris con el curioso episodio de la gallina con austriacos e italianos tratando de hacerse con ella. Al fin y al cabo todos son hombres sometidos a las mismas privaciones y con las mismas necesidades básicas, sin embargo se están matando.
Un momento genial de la película es aquel en que el sargento se pregunta tras un brutal ataque donde casi toda la compañía ha perecido: "Cristo ¿dónde estás?" y el cura contesta: "Está aquí con nosotros. Si es verdad que tiene 33 años nació en el 83". En ese momento todos los reservistas han sido llamados a filas y Cristo estaría entre ellos, sólo de ese modo se puede entender que haya un Dios y que esa locura siga en marcha.
Otra cuestión patente es la deshumanización a la que somete la guerra a los hombres. Comandar un pelotón de ejecución puede llegar a observarse como una molesta rutina. No se piensa que es la vida de un hombre aquello a lo que se va a poner fin de modo inexorable (algo similar ocurre al final de la película con el oficial austriaco y los dos protagonistas, cuando el romano le pregunta al oficial "¿Cómo se puede matar a la gente así?". Se produce una normalización de la muerte durante la guerra). Los hombres se acostumbran a la violencia y tratan de normalizarla para no enloquecer y poder sobrevivir, así se da una insensibilización a los horrores de la guerra. Así, uno de los protagonistas, al llegar al campo de batalla por primera vez, en la zona gris verá una mano y empezará a vomitar, a lo que un veterano dirá: "¡Impresiona eh! Ya te acostumbrarás". Mientras tanto los altos oficiales dirigen la guerra desde sus despachos, insensibles al dolor, legitimados por el deber para con la patria (en ello se apoyarán todas las decisiones de la cadena de mando y la decisión de mandar a millones de personas a la muerte y a unas condiciones de vida penosas: "La guerra no es más que un largo ocio sin un minuto de descanso" o "Ningún hombre tiene el derecho a mandar a otro a morir"). Por un momento Monicelli trata de acercar la realidad de los soldados a ambos lados de la zona gris con el curioso episodio de la gallina con austriacos e italianos tratando de hacerse con ella. Al fin y al cabo todos son hombres sometidos a las mismas privaciones y con las mismas necesidades básicas, sin embargo se están matando.
Un momento genial de la película es aquel en que el sargento se pregunta tras un brutal ataque donde casi toda la compañía ha perecido: "Cristo ¿dónde estás?" y el cura contesta: "Está aquí con nosotros. Si es verdad que tiene 33 años nació en el 83". En ese momento todos los reservistas han sido llamados a filas y Cristo estaría entre ellos, sólo de ese modo se puede entender que haya un Dios y que esa locura siga en marcha.