¡Cuántas joyas nos sigue ocultando el cine! La descubrí de casualidad y como otros antes que yo pensaba que sería lenta y un aburrida. Pero cuando empiezas a verla no tardas en darte cuenta de que ese prejuicio es incorrecto.

La historia te atrapa y avanza envolviéndote con esa deliciosa música en un ambiente casi místico y te recuerda que el alma del cine es la poesía y no sólo efectos especiales o historias completamente inverosímiles. Algo esencial quedó por el camino y ahora el cine se corrompe irremediablemente mediante la comercialidad y las historias absurdas y fantásticas, pero no debo olvidar que el cine necesita para vivir al espectador y el espectador de ahora quiere lo que le da el cine.

Mientras algunos directores sigan haciendo poesía, podremos decir que el cine sigue viviendo.