Siempre resulta interesante contemplar los comienzos de un arte, y más si se trata de uno que te encanta y sigues con fervor.
Es por eso por lo que decidí visionar “Asalto y robo de un tren”, film primerizo en clave de western donde se notan ya los resultados del desarrollo de serias innovaciones técnicas tales como el movimiento de cámara, y sobretodo el montaje, aspecto este último que diferenciaba de una vez por todas el cine del teatro filmado y que supuso una auténtica revolución cinematográfica.

Porter (entre otros) fue uno de esos visionarios que se dieron cuenta de las inmensas posibilidades artísticas y comerciales que tenían entre manos con este novedoso y atractivo medio de comunicación cuya fama se extendía y popularizaba más por la novedad (algo que Porter sabía y de ahí ese último plano del vaquero disparando directamente a cámara) que por la calidad de las producciones (obviamente esto lo digo yo que hablo con perspectiva ciento tres años más tarde).
Le doy un seis más por el “Interesante” que le acompaña que por su valoración numérica.