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Voto de Montesdeoca:
2
6,0
1 980
Drama. Romance
Rainer es un exitoso productor de televisión que lo tiene todo. Ha llegado a la cima creando programas de televisión, cada cual más estúpido y vulgar. Un día, Pegah, una misteriosa joven colisiona intencionadamente con su coche a toda velocidad. Tras estar al borde de la muerte, Rainer se replantea su vida y decide producir un noticiario para el prime-time de su cadena que haga pensar al espectador. Hundido por la poca audiencia del ... [+]
3 de septiembre de 2010
8 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si te crees mejor persona que los demás porque lees a "Guete" y a "Niche", y desprecias a cualquier persona sólo porque no ha leido a Rilke y prefiere ver Gran Hermano o peor, ¡el fútbol! quizás te guste ver esta película en la que el director tiene a bien re-iluminar a los espectadores (que por supuesto son tan inteligentes como él, premisa de la que parte Weingartner) con unos topicazos de lo más ridículos y planos que he tenido la mala suerte de ver en una pantalla.
Le pongo un 2, porque hay escenas en las que literalmente, me moría de la risa, y he llegado a pensar que la película es una especie de broma para reirse de los "intelectuales de carnet".
Pero no. El tío va en serio.
La película empieza bien, con un par de escenas trepidantes y sorprendentes, con un programa de TV absurdo que parece que va a convertirse en el tono general de la peli, pero cae en picado en el momento en el que te das cuenta del pastel que se te viene encima: "La programación de la televisión funciona por las audiencias" ¿EN SERIO? [aquí va un emoticono con los ojos como platos], "los aparatos para medir las audiencias NO están en todas las casas" [emoticono de Chiquito haciendo un "jarl!!!"], "esto es injusto, vamos a cambiar el mundo" [emoticono del director llorando de emoción: ÉSTA es MI oportunidad].
El prota es un productor de una cadena de telebasura, y ella (floja, floja, la pobre, pero taaaan mona ¿quién dijo que la revolución no era trendy?) es la nieta de un nadador que se suicidó por culpa de un documental falso del primero (sic) y tiene a bien intentar matar al prota, que es un cocainómano de pro. Este Weingartner tiene para todos. Qué crítica de la sociedad contemporánea (sic one more time).
El accidente parece ser más grave de lo que se podría pensar, porque una vez en el hospital el prota se da cuenta de lo malo, pero mali-sí-si-mo, que ha sido. "No me puedes odiar más de lo que me odio a mí mismo" le dice a la chica, y claro, se alían para cambiar el mundo.
El plan es el siguiente: estos Robin Hood de la cultura pretenden demostrar que los aparatos que miden las audiencias no funcionan correctamente. Y cuál es la sorpresa de que ¡en realidad funcionan bien! Pues nada, eso es que la gente es tonta, así que vamos a manipular las audiencias para que programen cultura, y así la gente sea más feliz y lea más poesía (literal).
Para eso contratan a un grupo de parados (toooooma compromiso social) para piratear el sistema y de paso hacernos partícipes de que "son inadaptados sociales, pero son personas y tienen sentimientos" (literal también).
Si creías que el "Mis ideales son a prueba de balas" de "V de Vendetta" era el peor aforismo que se había rodado en la historia, léete la sección de Spoilers. Si no, ve al cine y canta junto al director poniendo voz de falsete "Cuánta sensibilidad hemos tenido siempre".
Le pongo un 2, porque hay escenas en las que literalmente, me moría de la risa, y he llegado a pensar que la película es una especie de broma para reirse de los "intelectuales de carnet".
Pero no. El tío va en serio.
La película empieza bien, con un par de escenas trepidantes y sorprendentes, con un programa de TV absurdo que parece que va a convertirse en el tono general de la peli, pero cae en picado en el momento en el que te das cuenta del pastel que se te viene encima: "La programación de la televisión funciona por las audiencias" ¿EN SERIO? [aquí va un emoticono con los ojos como platos], "los aparatos para medir las audiencias NO están en todas las casas" [emoticono de Chiquito haciendo un "jarl!!!"], "esto es injusto, vamos a cambiar el mundo" [emoticono del director llorando de emoción: ÉSTA es MI oportunidad].
El prota es un productor de una cadena de telebasura, y ella (floja, floja, la pobre, pero taaaan mona ¿quién dijo que la revolución no era trendy?) es la nieta de un nadador que se suicidó por culpa de un documental falso del primero (sic) y tiene a bien intentar matar al prota, que es un cocainómano de pro. Este Weingartner tiene para todos. Qué crítica de la sociedad contemporánea (sic one more time).
El accidente parece ser más grave de lo que se podría pensar, porque una vez en el hospital el prota se da cuenta de lo malo, pero mali-sí-si-mo, que ha sido. "No me puedes odiar más de lo que me odio a mí mismo" le dice a la chica, y claro, se alían para cambiar el mundo.
El plan es el siguiente: estos Robin Hood de la cultura pretenden demostrar que los aparatos que miden las audiencias no funcionan correctamente. Y cuál es la sorpresa de que ¡en realidad funcionan bien! Pues nada, eso es que la gente es tonta, así que vamos a manipular las audiencias para que programen cultura, y así la gente sea más feliz y lea más poesía (literal).
Para eso contratan a un grupo de parados (toooooma compromiso social) para piratear el sistema y de paso hacernos partícipes de que "son inadaptados sociales, pero son personas y tienen sentimientos" (literal también).
Si creías que el "Mis ideales son a prueba de balas" de "V de Vendetta" era el peor aforismo que se había rodado en la historia, léete la sección de Spoilers. Si no, ve al cine y canta junto al director poniendo voz de falsete "Cuánta sensibilidad hemos tenido siempre".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Si has llegado hasta aquí es porque o bien has visto la peli, y quizás me odias (qué superficial soy) o bien te he convencido para que te gastes los siete euros en irte a merendar (bien hecho).
Escena mítica donde las haya:
Uno de los parados tiene problemas con la bebida, y tiene un accidente con el coche. Resultado: una parada de autobús destrozada (esperamos que vacía, pero de esto no se nos dice nada...). Pues bien, como al prota no quiere pagar la fianza, todos le abandonan. Ella se va, toda disgustada (qué mal lo hace, por Tutatis) y le dice: "Él confiaba en ti, y le has fallado. Es una persona".
En otra escena de las de mear y no echar gota, la chica dice "La revolución acaba donde empieza el dinero" (o algo así). Cierto. Tan cierto como que para poner a punto el plan necesitan de todos los millones del ex-productor, porque si no, ni revolución ni sardinas en escabeche. Además, hay cierta complacencia en la manera en la que el tío lo vende todo, en plan "por la causa". Tópico tras tópico hasta el tópico final.
Hay algunas escenas en las que el montador de sonido se tuvo que quedar dormido (le perdonamos, pobre) porque el típico "momento piano" con primer plano y mucha sensibilidad entra siempre tarde, y a todo volumen, lo que hace más cómico el conjunto. Hay una escena en la que se nota que pasan un par de segundos antes de que empiecen a actuar, con los actores mirándose y sonriendo, muy divertido también. Pero esto son pequeños guiños que no te impiden disfrutar de lo verdaderamente esencial: "Tú y yo (el dire) sabemos lo que está bien y lo que está mal. Los demás son unos borregos y tenemos que aleccionarles. Enjoy".
Mención especial tienen las típicas "escenas en las que tó el mundo va a ver lo buen director que soy" que, espolvoreadas con el mismo criterio con el que se espolvorea el contenido de un estornudo, nos permiten ver a la pareja (que no se acuestan, que eso es de ser insensibles) con posturas "para la foto" en la cama, o el momento "El lago azul" que más bien me recordó a una parodia-homenaje a "Dirty Dancing". Qué grande Patrick Swayze.
Y ya, antes de irnos a publicidad, viene el final MÍTICO:
Se van a una ciudad alemana (¿de dónde sacan la pasta para todo esto si al tío ya no le queda nada desde hace media peli?) donde por lo visto se ponen a prueba los productos que luego venden en el resto del país, dependiendo del éxito que tenga en aquella zona. Pues bien, esta élite intelectual (y sin embargo generosa con el mundo) decide VOLVER a salvar a la humanidad diciéndoles qué cosas NO comprar, al manipular -en un gran ejercicio de coherencia propia- las estadísticas de los productos. Claro, las píldoras para adelgazar=caca.
Cuando tiene lugar la revolución de la cultura, todo el mundo se pone a leer como locos, y hay un titular de un periódico que dice "A LOS ALEMANES LES GUSTA LA POESÍA".
Espero que a los alemanes no les haya gustado Weingartner.
Lo digo por el bien de la poesía.
Escena mítica donde las haya:
Uno de los parados tiene problemas con la bebida, y tiene un accidente con el coche. Resultado: una parada de autobús destrozada (esperamos que vacía, pero de esto no se nos dice nada...). Pues bien, como al prota no quiere pagar la fianza, todos le abandonan. Ella se va, toda disgustada (qué mal lo hace, por Tutatis) y le dice: "Él confiaba en ti, y le has fallado. Es una persona".
En otra escena de las de mear y no echar gota, la chica dice "La revolución acaba donde empieza el dinero" (o algo así). Cierto. Tan cierto como que para poner a punto el plan necesitan de todos los millones del ex-productor, porque si no, ni revolución ni sardinas en escabeche. Además, hay cierta complacencia en la manera en la que el tío lo vende todo, en plan "por la causa". Tópico tras tópico hasta el tópico final.
Hay algunas escenas en las que el montador de sonido se tuvo que quedar dormido (le perdonamos, pobre) porque el típico "momento piano" con primer plano y mucha sensibilidad entra siempre tarde, y a todo volumen, lo que hace más cómico el conjunto. Hay una escena en la que se nota que pasan un par de segundos antes de que empiecen a actuar, con los actores mirándose y sonriendo, muy divertido también. Pero esto son pequeños guiños que no te impiden disfrutar de lo verdaderamente esencial: "Tú y yo (el dire) sabemos lo que está bien y lo que está mal. Los demás son unos borregos y tenemos que aleccionarles. Enjoy".
Mención especial tienen las típicas "escenas en las que tó el mundo va a ver lo buen director que soy" que, espolvoreadas con el mismo criterio con el que se espolvorea el contenido de un estornudo, nos permiten ver a la pareja (que no se acuestan, que eso es de ser insensibles) con posturas "para la foto" en la cama, o el momento "El lago azul" que más bien me recordó a una parodia-homenaje a "Dirty Dancing". Qué grande Patrick Swayze.
Y ya, antes de irnos a publicidad, viene el final MÍTICO:
Se van a una ciudad alemana (¿de dónde sacan la pasta para todo esto si al tío ya no le queda nada desde hace media peli?) donde por lo visto se ponen a prueba los productos que luego venden en el resto del país, dependiendo del éxito que tenga en aquella zona. Pues bien, esta élite intelectual (y sin embargo generosa con el mundo) decide VOLVER a salvar a la humanidad diciéndoles qué cosas NO comprar, al manipular -en un gran ejercicio de coherencia propia- las estadísticas de los productos. Claro, las píldoras para adelgazar=caca.
Cuando tiene lugar la revolución de la cultura, todo el mundo se pone a leer como locos, y hay un titular de un periódico que dice "A LOS ALEMANES LES GUSTA LA POESÍA".
Espero que a los alemanes no les haya gustado Weingartner.
Lo digo por el bien de la poesía.