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Drama. Cine negro. Intriga
Larry Durrant (Laurence Olivier) mata accidentalmente al marido chantajista de su amante Wanda (Vivien Leigh). La policía detiene a un sospechoso, que es condenado a muerte. Larry y Wanda sólo tienen tres semanas para estar juntos y decidir si Larry debe entregarse o dejar que muera un inocente. (FILMAFFINITY)
7 de septiembre de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Crítica sólo para incidir en un aspecto interpretativo de este buen drama judicial. 21 días juntos (que, efectivamente, son menos y más llevaderos en algunos casos que 500 o siete mil) data del año 40, un año más que Lo que el viento se llevó y coetánea de Rebeca. Por qué sacar a colación dos de las más míticas cintas de la historia del cine.
Por sus protagonistas.
Vivien Leigh, la manida y consabida Escarlata O'Hara, dueña esclavista de la plantación de Tara; y Laurence Olivier, el oscuro y mostachudo Maximiliano de Winter de la mansión de Manderley.
Comenzamos con Vivien. Actriz inglesa, dato que fácilmente puede caer en el olvido debido a dos de sus más absorbentes papeles en el cine: Blanche DuBois a bordo de un tranvía al que llamaban deseo, y aquella susodicha señorita del sur de los estados rebeldes de América. ¿Alguien dice que fuera de sus islas británicas la Leigh cambia el registro y se adapta forzadamente al estilo de actuación USA? Vamos, que sobreactúa. Porque en 21 días juntos no lo parece, sino que retrata un personaje atormentado sin resultar trágico ni histérico. En la justa medida de una actriz quizá sin método pero con mesura y conocimiento. Aquí es cuando vienen unos puntos suspensivos.
Y Laurence. Ese mismo año (aunque me da que el rodaje es anterior al año 40) Laurence rueda Rebeca. Laurence rueda Rebeca de la mano de Alfred Hitchcock. Y de siempre, incluso la primera vez que vi Rebeca y me pareció un pestiño de película (sólo la primera, ahora ya me parece todo lo magistral que es) lo que más me chirría de la misma fue la forma de actuar y de gesticular y de molestar a la vista de don Maximilian de Winter. O sea, que Laurence Olivier, actor que no habremos visto en teatro, pero que sobre las tablas debía contener él mismo la Biblia en verso, está horrible en Rebeca. Pero en 21 días juntos, y la verdad es que me temía lo peor, se desata el amigo Oliver con un papel contenido, medido y muy aplaudible. Entonces...
Los puntos suspensivos quieren decir que si la culpa la tuvo don Alfred. No derribo mitos.
Por sus protagonistas.
Vivien Leigh, la manida y consabida Escarlata O'Hara, dueña esclavista de la plantación de Tara; y Laurence Olivier, el oscuro y mostachudo Maximiliano de Winter de la mansión de Manderley.
Comenzamos con Vivien. Actriz inglesa, dato que fácilmente puede caer en el olvido debido a dos de sus más absorbentes papeles en el cine: Blanche DuBois a bordo de un tranvía al que llamaban deseo, y aquella susodicha señorita del sur de los estados rebeldes de América. ¿Alguien dice que fuera de sus islas británicas la Leigh cambia el registro y se adapta forzadamente al estilo de actuación USA? Vamos, que sobreactúa. Porque en 21 días juntos no lo parece, sino que retrata un personaje atormentado sin resultar trágico ni histérico. En la justa medida de una actriz quizá sin método pero con mesura y conocimiento. Aquí es cuando vienen unos puntos suspensivos.
Y Laurence. Ese mismo año (aunque me da que el rodaje es anterior al año 40) Laurence rueda Rebeca. Laurence rueda Rebeca de la mano de Alfred Hitchcock. Y de siempre, incluso la primera vez que vi Rebeca y me pareció un pestiño de película (sólo la primera, ahora ya me parece todo lo magistral que es) lo que más me chirría de la misma fue la forma de actuar y de gesticular y de molestar a la vista de don Maximilian de Winter. O sea, que Laurence Olivier, actor que no habremos visto en teatro, pero que sobre las tablas debía contener él mismo la Biblia en verso, está horrible en Rebeca. Pero en 21 días juntos, y la verdad es que me temía lo peor, se desata el amigo Oliver con un papel contenido, medido y muy aplaudible. Entonces...
Los puntos suspensivos quieren decir que si la culpa la tuvo don Alfred. No derribo mitos.