CLINT EASTWOOD a sus noventa años sigue impartiendo lecciones magistrales de cine, tanto en su faceta de actor, como en la de director. Cada nueva película es una “masterclass” de cómo construir historias creíbles con personajes auténticos y saber captar la atención del espectador desde el minuto uno sin más recursos que su propio talento.

La historia de éste pobre hombre que sufrió el lado oscuro del sueño americano, es desoladora, lamentable y contiene todos los ingredientes necesarios para que Eastwood la haga suya y nos la cuente con la capacidad de emocionar que tienen los relatos auténticos o aquellos que nos llegan por lo injusto y deleznable de su naturaleza.

PAUL WALTER HOUSER hace una caracterización del héroe de Atlanta sensacional por su humanidad y a tenor de lo que se puede ver del verdadero Richard Jewell en internet, ajustadisima a la realidad. El contrapunto lo pone el descreído e impredecible SAM ROCKWELL como abogado de Richard con una construcción espectacular de su personaje en la lucha contra las cloacas del sistema americano representadas en el FBI, así como contra la implacable y sensacionalista prensa estadounidense. Una siempre eficaz y dramática KATHY BATES pone la guinda al competente pastel estelar.

Cada año que pasa es uno más en la espalda del eterno pistolero de Sin perdón, aunque no perdemos la esperanza de volver a disfrutar de él en otro relato como pudimos hacer en la extraordinaria película MULA del pasado año; ¡No nos falles a la cita, Clint!