En la ciudad soviética de Novocherkask se produjo el dos de Junio de mil novecientos sesenta y dos, uno más de los episodios oscuros que permanecieron ocultos al mundo, compatriotas soviéticos incluidos y que solo salieron a la luz tras el colapso de la Unión Soviética en 1992. La masacre de Novocherkask contra los miembros de una fábrica en huelga, dejó mas de 26 muertos y casi un centenar de heridos según la versión oficial, aunque otras versiones elevan aún más la cifra de muertos y heridos.

Estamos en plena guerra fría y con una escalada de tensiones entre USA y la URSS que desembocaría dos meses mas tarde de la masacre, en la crisis de los misiles de Cuba, probablemente el momento en que mas cerca ha estado el mundo de una contienda nuclear a gran escala. Nikita Kruschev lideraba el país tras la muerte de Stalin, al cual denostó en lo que se denominó “discurso secreto”, donde denunciaba los brutales crímenes de Stalin y la represión durante la llamada Gran Purga en los años anteriores a la Segunda Guerra Mundial.

El director ruso Andrei Konchalovsky construye un relato notable y muy potente en torno a la figura de Lyudmila , miembro del partido comunista local y persona dura que desprecia cualquier tipo de disidencia, pero que ante la posible desaparición de su hija en la masacre, comienza una búsqueda que le hace replantearse muchas cosas por el camino, es magnífico el trabajo de la actriz Yuliya Vysotskaya, aunque el resto del reparto cumple sobradamente y está también a la altura. La dirección es excelente y el uso del blanco y negro le da ese toque austero que necesita la tragedia, aunque no me hubiese importado nada verla en el color propio de los años sesenta.

Sorprende que el propio ministerio de cultura ruso, siempre celoso en el trato de sus historias ”intimas” financie una película que da una imagen temible del funcionamiento de los órganos del partido comunista aunque si uno va un poco más allá, lo que subyace en el film es la crítica despiadada a la figura de Kruschev y su política contra Stalin al que gran parte del pueblo ruso idolatra y el propio Vladimir Putin rescata siempre que puede. Solo así se puede comprender que esta película haya podido ver la luz en Rusia con la ayuda del ministerio y que conste que no soy el único que piensa así ya que he leído alguna crítica en esa misma dirección.