“The Artist” genera una agradable sensación de extrañeza permanente debido a su auto referencialidad, es decir, el tratarse de cine mudo sobre cine mudo, y en un presente donde ya han pasado demasiadas generaciones de cine sonoro, de cine “normal”, de lo que ya es convención: el color y el sonido del habla. Www.criticasdecine2010.blogspot.com
Hay un juego permanente entre representar una historia sin sonido donde, a su vez, los personajes realizan cine mudo y una “realidad” representada que a veces se percibe como insonora. Esto se ve, por ejemplo, en el sueño (o pesadilla) del personaje principal, donde escucha todos los sonidos menos su voz. Esta “contradicción” es, a su vez, un rasgo “contra-standard” propio del arte conceptual, es decir, un rasgo que va en contra del standard de la categoría en la que percibimos los objetos que poseen esos rasgos, la aparición de sonidos donde no debiera haber, en este caso. Otros rasgos de este tipo, que ubican a esta película en nuestro presente, son el movimiento de la cámara y algunas angulaciones e inclinaciones algo “atrevidas”.
Hablando de arte conceptual, este film parece tener algo de ese orden. Narra, en el lenguaje del cine mudo, la historia de la decadencia y desaparición del cine mudo, y en una era, la actual, donde ni siquiera es pensable tal cine. Y encima, se convierte en un gran éxito (aunque no podemos obviar la vanidad de Hollywood, que ha otorgado en 2012 la mayor cantidad de premios a dos films que hablan sobre Hollywood, “The Artist” y “Hugo”).
A parte de este juego sonoro, los textos, los diálogos y la musicalización sí estan dentro de lo standard del cine mudo, como también lo están el blanco y negro, la división de secuencias mediante iris que se cierran o abren, etc. El film se encuentra ambientado en las décadas del 20 y del 30, nacimiento del cine sonoro y desaparición del mudo, y está construido fundamentalmente por nexos de analogía o contraste oponiendo “lo nuevo” a “lo antiguo”, joven/viejo, riqueza/pobreza, éxito/fracaso.
Esta “discusión” que hace el film sobre el cine mismo, lo lleva también al arte en general a través de una concepción de artista (de ahí el título), concepción que parece quedar en el medio de las tensiones entre presente y futuro, entre lo obsoleto y lo moderno, entre lo que vende y lo que ya no, entre los actores y las productoras… entre el arte y el comercio tal vez. Con una visión moralista, es un film sobre la resistencia y sobre la lealtad en distintos planos, aunque también se da tiempo para el romance y la comedia. Distinta y agradable, una “teletransportación” al pasado donde el cine también sabía contar buenas historias… muy recomendable.