Este filme, con un sombrío tono de homenaje, es una recreación particular de la participación de Alan Turing en los entretelones de la Segunda Guerra Mundial.
Los movimientos narrativos que tiene la película son interesantes por los acercamientos que logra hacer a la vida del gran personaje de las matemáticas y la tecnología. La genialidad siempre ha tenido duras relaciones con la normalidad, con la cotidianidad, con el amor, con la amistad, y aquí el relato se convierte en una fórmula para recordarnos que el desorden que se percibe en los genios es solo una de sus más importantes características. Por ello, la interpretación de Cumberbatch hace que nos sintamos muy cercanos a lo que en realidad vivió el genio británico. No está por demás decir que sus paranoias se acercan mucho a las que padece también Cumberbatch en la personificación de Sherlock Holmes en la serie de la BBC. Ya se hace extraño que tengamos este perfil tan encasillado del gran Benedict, o sino miremos su personaje también en Star Trek.
Más allá de estos detalles, The Imitation Game es una película que se deja ver con mucha tranquilidad y hasta diversión a lo largo de sus minutos, y que produce en el espectador una sensación extraña cuando la historia perfila la soledad, el amor y el desamor de su protagonista.