La saga que ha liderado la popularidad del nuevo resurgir del found footage llega a una quinta entrega que, aunque era esperado, acaba por demostrar lo deteriorado que se encuentra ahora el subgénero. A pesar de que una de sus predecesoras (donde a modo de spin off la franquicia era llevada a tierras mejicanas con unos resultados más decentes) hacía creer en la esperanza, en esta nueva parte se vuelve a la esquematización excesiva del espacio cerrado con muy pobres resultados, y donde la historia ahora se intenta elevar a otros tótems del género como la susceptibilidad al terror de una joven niña. Esto, recordará ipso facto a otro clásico del terror en lo que parece ser una referencia claramente autoconfesa.

El problema de esta entrega se produce al volver a fallar en el intento de impulsar una creatividad ante la narración arcaica y obligatoriamente sintetizada del subgénero, creando una atracción de feria que no rezuma suspense en su primer acto (narrado para tal efecto) dando pie a un segundo tramo repleto de los fuegos de artificio excesos e impersonales que lamentablemente ya han definido a la franquicia. Además, su fórmula de cargar tintas a favor de ejecutar una resolución digna de un supuesto impacto, se puede llegar a disfrutar pero tan solo si se ha superado todo el tedio previo, apoyado además por una indecente miscelánea de lo visual.

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