Sin duda era el personaje de ficción más odiado profundamente por todos mis compañeros de clase durante los tres últimos cursos de Primaria. No había una sola vez que la Heidi era mencionada sin que se provocara una sensación entre revuelo y cachondeo por parte de aquellos preadolescentes de principios de los años 2000. Y reconozco que no les faltaba razón para hacerlo. La serie es muy sensiblera, lacrimógena, y lo peor es que hace un retrato realmente tramposo de lo que debería ser la vida en las zonas rurales europeas del siglo XIX. Aparte de que carece de momentos estimulantes que puedan despertar el interés de otras generaciones.

Me sorprende mucho que haya personas criadas en los 70 que se dejen llevar por la nostalgia y pongan esta serie y otras similares por las nubes habiendo existido en esa época Wickie el Vikingo, Mazinger Z, o incluso La Abeja Maya (que mira que esta última no es gran cosa, pero al menos la recuerdo más entretenida que esos melodramas tediosos cuyos personajes no hacían más que chorradas cursis que no merecían el más mínimo interés). Por favor, sean más inteligentes y piensen que los tiempos han cambiado.