Recuerdo una vez que Anton Corbijin (fotógrafo de u2, depeche mode) señaló que el mundo debía de ser en blanco y negro, después de ver esta maravillosa película protagonizada por uno de los grandes iconos de la historia del cine, creo que es cierto.

Es una de las películas más inteligentes y emotivas que se han rodado, con un Charles Chaplin simplemente pletórico (no tanto como Buster Keaton pero eso sería otra historia), hay que tener hielo en la sangre para no sentir nada ante tal obra de arte, y en mi humilde opinión pocas películas han contado de manera tan deliciosa una relación paterno-filial.

No soy padre, pero si lo fuere ojalá sienta tanta devoción por mi hijo como el que demuestra el genio Chaplin por ese pequeño que aunque no tenga sus genes es "su hijo".

Magistral y entrañable, creo que el cine actual debería de aprender la esencia de saber emocionar sin emplear demasiados artificios, Chaplin en diez minutos era capaz de que pasases de morirte de la risa a llorar, esta película consiguió ambas cosas conmigo pero tampoco debe ser difícil hacerme llorar ya que también lorré con Love Actually.

En definitiva un ejemplo de lo que significa CINE: música, actuación, dirección, y una fotografía maravillosa.