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Ciencia ficción. Terror
Durante un viaje en el espacio rumbo a un remoto planeta al otro lado de la galaxia para colonizarlo, la tripulación de la nave 'Covenant' descubre una señal proveniente de lo que creen puede ser un paraíso inexplorado, y que resulta ser un mundo oscuro y hostil... Secuela de "Prometheus" (2012). (FILMAFFINITY)
23 de agosto de 2017
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nada, no hay manera. Por mucha buena fe que pongamos, al final salimos escocidos. Y es que Alien Covenant consigue que incluso Prometheus parezca buena.
No creo que pueda añadir grandes novedades a todas las críticas que ya se han vertido aquí, la mayoría bien centradas en la asombrosa falta de inteligencia de los personajes principales, que una y otra vez toman la decisión más estúpida. La previsibilidad del argumento queda empequeñecida por la sucesión de hechos que rompen con la credibilidad de la historia, llegando por momentos a conseguir lo que una película siempre ha de evitar: la indiferencia del espectador, cuando no la risa (en teoría debería dar miedito). Y es que llega un momento en que te da igual lo que les pase a los protagonistas, a los aliens y a todo lo que se cuece en la pantalla.
Una vez más da la impresión de que todo el presupuesto se ha ido en el brillante aspecto formal del film, irreprochable. Seguramente invirtiendo más dólares, tiempo o esfuerzo en la historia, habrían encontrado soluciones más plausibles, pero no ha sido el caso.
No creo que pueda añadir grandes novedades a todas las críticas que ya se han vertido aquí, la mayoría bien centradas en la asombrosa falta de inteligencia de los personajes principales, que una y otra vez toman la decisión más estúpida. La previsibilidad del argumento queda empequeñecida por la sucesión de hechos que rompen con la credibilidad de la historia, llegando por momentos a conseguir lo que una película siempre ha de evitar: la indiferencia del espectador, cuando no la risa (en teoría debería dar miedito). Y es que llega un momento en que te da igual lo que les pase a los protagonistas, a los aliens y a todo lo que se cuece en la pantalla.
Una vez más da la impresión de que todo el presupuesto se ha ido en el brillante aspecto formal del film, irreprochable. Seguramente invirtiendo más dólares, tiempo o esfuerzo en la historia, habrían encontrado soluciones más plausibles, pero no ha sido el caso.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Ya sabemos que en ciencia ficción hemos de dar un cierto margen a la inventiva de los autores, pero de ahí a tragar con todo hay un mundo. Los protagonistas llegan a un planeta al que descienden sin ningún tipo de casco o máscara que les proteja: "¿patógenos?" -deben pensar- "ningún problema". Previamente hemos tenido que ver como en una de las primeras escenas una tormenta de meteoritos, o algo similar, estropea la pantalla que absorbe la energía solar de la que se alimenta la nave; no parece muy creíble que un artefacto tan avanzado tenga una pantalla sujeta con mosquetones de los de escalar, pero así es. Ignorando estos temas, ya huele el asunto de que cada vez que una nave desciende en un planeta le pase algo: siempre hay algún condensador, circuito o aparatejo que se "changa" y obliga al piloto a salir, lo cual pone las cosas de cara a los bichejos malotes. Que uno de los protagonistas se eche un pitillo suena, como poco, rarito, y a mi me llevó a pensar: "¿pero qué estoy viendo?"
Sigue la historia y las incoherencias se van sucediendo una tras otra. Hay una planta que se asemeja al trigo y lo primero que hace un prota es tocarla, nuevamente pasando de patógenos y demás; los aliens ahora se desarrollan a toda virola, sin respetar ninguna de las fases de desarrollo que se expusieron en las primeras partes, y además lo hacen adoptando diversas formas, con lo cual ya no sabes si toca alien antropomorfo, alien-perro, mini-alien o cualquier otra variedad.
¿Seguimos? Aquellos ingenieros que en Prometheus parecían representantes de una avanzadísima civilización aquí viven en cabañas y se visten con capas que parecen mantas, como en la Edad Media, y además habitan todos la misma ciudad, aniquilada en un plisplas por el malvado androide David tirándoles encima una colla de aliens rabiosos.
Y puesto que no quiero ser demasiado pesado, dos puntos que ya me parecen demenciales. El uno es el papelón que hace la Dra. Shaw, en Prometheus la única de toda la banda en salvarse, llevándose la cabeza del androide cabroncete David. Pues con esos antecedentes, por los cortos que precedieron a la peli sabemos que no tuvo mejor idea que reconstruirlo, solo para que éste se la cargue vilmente en el lapso de tiempo entre ambas peliculas. Así que todo el sufrimiento de Elizabeth Shaw en Prometheus se revela inútil, ya que en Covenant se limita a ser una muerta más. El segundo punto es la pelea final: los supervivientes suben a la nave y despegan, pero un alienito salta y se pega al casco, y con una cabeza asombrosamente rocosa (algo que se repite varias veces en el film) rompe el cristal de la cabina de mandos. ¿Cómo resolverlo? Pues claro, sacando a la protagonista sujeta por un arnés al casco para cargarse al bicho a balazos de metralleta galáctica, todo ello mientras la nave se bambolea más que flan en barco en noche de tormenta.
En definitiva, película absurda en envoltorio brillante. Seguimos a la espera de que alguien vuelva a tomarse en serio esta saga.
Sigue la historia y las incoherencias se van sucediendo una tras otra. Hay una planta que se asemeja al trigo y lo primero que hace un prota es tocarla, nuevamente pasando de patógenos y demás; los aliens ahora se desarrollan a toda virola, sin respetar ninguna de las fases de desarrollo que se expusieron en las primeras partes, y además lo hacen adoptando diversas formas, con lo cual ya no sabes si toca alien antropomorfo, alien-perro, mini-alien o cualquier otra variedad.
¿Seguimos? Aquellos ingenieros que en Prometheus parecían representantes de una avanzadísima civilización aquí viven en cabañas y se visten con capas que parecen mantas, como en la Edad Media, y además habitan todos la misma ciudad, aniquilada en un plisplas por el malvado androide David tirándoles encima una colla de aliens rabiosos.
Y puesto que no quiero ser demasiado pesado, dos puntos que ya me parecen demenciales. El uno es el papelón que hace la Dra. Shaw, en Prometheus la única de toda la banda en salvarse, llevándose la cabeza del androide cabroncete David. Pues con esos antecedentes, por los cortos que precedieron a la peli sabemos que no tuvo mejor idea que reconstruirlo, solo para que éste se la cargue vilmente en el lapso de tiempo entre ambas peliculas. Así que todo el sufrimiento de Elizabeth Shaw en Prometheus se revela inútil, ya que en Covenant se limita a ser una muerta más. El segundo punto es la pelea final: los supervivientes suben a la nave y despegan, pero un alienito salta y se pega al casco, y con una cabeza asombrosamente rocosa (algo que se repite varias veces en el film) rompe el cristal de la cabina de mandos. ¿Cómo resolverlo? Pues claro, sacando a la protagonista sujeta por un arnés al casco para cargarse al bicho a balazos de metralleta galáctica, todo ello mientras la nave se bambolea más que flan en barco en noche de tormenta.
En definitiva, película absurda en envoltorio brillante. Seguimos a la espera de que alguien vuelva a tomarse en serio esta saga.