Da igual si te gusta el automovilismo. Con el buen cine lo que ocurre es que el tema es lo de menos, te emociona si está bien hecho, sin más. Y chico, si te molan los coches esta es tu película. Las cámaras a ras de bólido y de pista le dan un realismo apabullante. Me encanta la épica que le imprime Ron Howard. Desde luego que el campeonato de F1 de 1976 debió ser legendario. Era otro tiempo, un tiempo en el que de los veintitantos pilotos, dos morían en accidente cada año. Con ese material supongo que no costó mucho crear héroes de leyenda, es que realmente lo eran.

Me encanta el equilibrio perfecto que ha conseguido entre la trama dramática y las escenas de pura carrera. Se complementan y entrelazan gracias a un guión con ritmo y unas interpretaciones geniales de los dos pilotos. A ver si le quitan la etiqueta de niño guapo tonto a Chris Hemsworth, porque aprende rápido, y bueno ¿qué les voy a contar que no sepan de la alegría para la vista que es verlo?

Mención especial a la banda sonora, vibrante y sólida, aporta toneladas de emoción extra. Menudo favor le ha hecho Howard a la memoria de James Hunt y Niki Lauda.

Es un vertiginoso 7.