En Mula, la penúltima película de Clint Eastwood, un norteamericano al que la policía le efectúa un control de carretera repite medio muerto de miedo que esos 5 minutos son, estadísticamente hablando, los más peligrosos de su vida. Desconozco si los datos reales refrendan esa afirmación, pero está claro que hemos visto demasiadas veces en el telediario cómo en situaciones así ciudadanos afroamericanos han sido tiroteados, sin motivo aparente, por las fuerzas policiales.

Y no hablamos de los años 80, sino de la Norteamérica de ahora, de la de Trump y también de la de Obama, que cuesta creer que una sociedad con un Presidente afroamericano conviva con un racismo tan persistente, con una violencia policial tan presente como, en demasiadas ocasiones, impune.

Partiendo de una injusticia tan ostensible, la película opta por fabular con una especie de solución alternativa, en la que los ciudadanos afroamericanos no tienen más remedio que defenderse y es el policía quien fallece. Algo más que comprensible: "a ver si al menos en la ficción salimos mejor parados alguna vez".

Pero su desarrollo, aunque cinematográficamente resulta aceptable, con buenos intérpretes y con una buena realización, va bastante más allá y se convierte en un selfie o videoclip carente de contenido dramático, de denuncia social. El guión más bien parece el ángel de la guarda de los protagonistas, quien los protege de todo mal, tanto que casi nunca da la sensación de que estén en peligro, que en lugar de huir de una policía sedienta de venganza por haber matado a uno de los suyos viajan apaciblemente por todo el estado como si fueran a visitar a la familia por acción de gracias. Y además es un panfleto anti- blancos, ya que los pocos que asoman por la pantalla, especialmente los policías, caminan con alma de psicópata.

Hay muchas películas, como la reciente Cuestión de Justicia, o series como "El odio que das", que han denunciado acertadamente los prejuicios raciales, la discriminación racial, o el racismo puro y duro que padecen los afroamericanos, pero ésta no es más que una especie de estirado videoclip camuflado de drama que transita sin ningún rigor entre el victimismo y la justicia poética.