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Voto de East:
5
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Drama
Dos mujeres coinciden en una habitación de hospital donde van a dar a luz. Ambas están solteras y se quedaron embarazadas por accidente. Janis, de mediana edad, no se arrepiente y está exultante. La otra, Ana, una adolescente, está asustada, arrepentida y traumatizada. Janis intenta animarla mientras pasean por los pasillos del hospital. Las pocas palabras que intercambien en esas horas crearán un vínculo muy estrecho entre las dos, que ... [+]
11 de octubre de 2021
309 de 442 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parsimoniosa, flemática, incluso indolente, carente del brío, de la fuerza emocional que caracteriza su cine. Una película impropia del enorme talento que atesora Almodóvar, aunque se ve con interés gracias a su gran oficio, a su dominio del lenguaje, del medio cinematográfico. Y gracias a una extraordinaria Penélope Cruz, que parece imposible que saque adelante a un personaje tan vacío, tan contradictorio, tan disonante (ver spoilers).
Y la historia resulta increíble, además de disfuncional, con unos personajes que no saben ni quienes son ni hacia donde van. O peor aún, que caminan en dos direcciones contradictorias emocionalmente, que son una cosa y la contraria dos secuencias más adelante.
Poco más puedo decir sin spoilers (ahí me explayo), salvo que es una película (o más bien dos, porque parece un sandwich, que empieza y acaba con un tema metiendo otro distinto, el meollo, en medio) que le hace un flaco favor a la causa que defiende, por maniquea, porque se nutre de emociones negativas.
Y la historia resulta increíble, además de disfuncional, con unos personajes que no saben ni quienes son ni hacia donde van. O peor aún, que caminan en dos direcciones contradictorias emocionalmente, que son una cosa y la contraria dos secuencias más adelante.
Poco más puedo decir sin spoilers (ahí me explayo), salvo que es una película (o más bien dos, porque parece un sandwich, que empieza y acaba con un tema metiendo otro distinto, el meollo, en medio) que le hace un flaco favor a la causa que defiende, por maniquea, porque se nutre de emociones negativas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
En cuanto al personaje de Penélope Cruz (la protagonista), parece increíble que no haga absolutamente nada después de saber que le han cambiado a su hija al nacer. Ni siquiera le pregunta por ella a la otra víctima del cambio cuando se la encuentra casualmente en la cafetería, algo que contradice todo lo que hemos visto antes de ese personaje. Tampoco parece lógico que la otra madre ni le comente que ha perdido a su hijo.
Resulta en extremo chocante que la protagonista, que se supone que le tiene un gran apego a un bebé que no es suyo, deje que su verdadera madre, su novia además, se lo lleve así sin más, sin oposición de ninguna clase. Eso no cabe en cabeza humana. En una de las últimas secuencias, cuando están todos en la fosa, esa madre (o quizá ex madre) apenas mira al bebé por el que renunció a su propia hija biológica, como si ya nada tuviera que ver con él. Y quizá lo más contradictorio sea que esa, en principio, amorosa madre no demuestra verdadero dolor al saber que su hija biológica ha fallecido. Muestra mucho más pesar por la muerte de sus antepasados que por el de su propia hija, de la que no conoce, ni pregunta, ni le interesa saber dónde está enterrada.
La relación lésbica se antoja impostada, artificial. La meten de sopetón, como si se le acabara de ocurrir durante el rodaje. Es fría, sin romanticismo, sin sutilezas, desprovista de sensualidad. La ruptura ni se molestan en explicarla.
Ideológicamente resulta capciosa. El personaje masculino, a diferencia de otros del universo Almodóvar, es un dechado de virtudes. Para empezar tiene más instinto materno que la propia madre: "no siento que sea mi hija, afirma". Además de dedicarse a tratar de encontrar la tumba de los desaparecidos en la guerra civil, cuida de su mujer enferma de cáncer. Y por pura honestidad le confiesa, en cuanto se cura, que la ha engañado. El resto de personajes masculinos, que ni siquiera aparecen en pantalla, son unos criminales: el padre de la chica es un desalmado que hizo todo lo posible por perjudicar su esposa (estupenda Aitana Sánchez-Gijón), que no se preocupaba de su hija, que la echó de casa en cuanto se enteró de que estaba embarazada. Y para colmo no denunció la violación que sufrió. También hay tres violadores en nuestros días, en contraste con la bondad que anidaban los que murieron en la guerra civil.
Al final se nos cuenta una historia de esa guerra, la de uno que una noche cavó su propia tumba a punta de pistola, pero al que dejaron marchar y aún así no se escapó al día siguiente siendo consciente de que lo asesinarían al caer la tarde (los psicópatas que finalmente lo mataron le dieron un día para que escapara, como es lógico), "por dignidad, por orgullo, por no dejar a su mujer y a sus hijos, según nos cuentan". Qué diferencia entre las víctimas del alzamiento y los hombres del presente, salvo los que tienen memoria histórica, que esos son de otra pasta.
Del mismo modo, no se explica que conozcamos tan poco del pasado reciente de la protagonista, más allá de que murieron sus padres y de que es fotógrafa, que casi sepamos más de sus abuelos que de ella misma. Es como si en consonancia con la facción ideológica que Almodóvar defiende, estos últimos 40 años de democracia no signifiquen nada, como si el presente le hubiera robado vida, su sitio, al pasado. La guerra no se ha acabado, se afirma en un momento dado, no terminará hasta que se encuentren a todos los desaparecidos. Ese parece el sentir del director, lo que quiere dejar claro, que al menos él sigue en guerra. En ese sentido, la cinta parece un panfleto ideológico que bebe de un rencor que acaba menoscabando el talento cinematográfico de su autor. Y no me refiero a la memoria histórica, al hecho totalmente comprensible de que todavía haya personas que sufren porque no saben donde están enterrados sus antepasados, sino a la utilización política que el director perpetra con esta torcitera cinta: un pastiche ideológico meta progresista.
Resulta en extremo chocante que la protagonista, que se supone que le tiene un gran apego a un bebé que no es suyo, deje que su verdadera madre, su novia además, se lo lleve así sin más, sin oposición de ninguna clase. Eso no cabe en cabeza humana. En una de las últimas secuencias, cuando están todos en la fosa, esa madre (o quizá ex madre) apenas mira al bebé por el que renunció a su propia hija biológica, como si ya nada tuviera que ver con él. Y quizá lo más contradictorio sea que esa, en principio, amorosa madre no demuestra verdadero dolor al saber que su hija biológica ha fallecido. Muestra mucho más pesar por la muerte de sus antepasados que por el de su propia hija, de la que no conoce, ni pregunta, ni le interesa saber dónde está enterrada.
La relación lésbica se antoja impostada, artificial. La meten de sopetón, como si se le acabara de ocurrir durante el rodaje. Es fría, sin romanticismo, sin sutilezas, desprovista de sensualidad. La ruptura ni se molestan en explicarla.
Ideológicamente resulta capciosa. El personaje masculino, a diferencia de otros del universo Almodóvar, es un dechado de virtudes. Para empezar tiene más instinto materno que la propia madre: "no siento que sea mi hija, afirma". Además de dedicarse a tratar de encontrar la tumba de los desaparecidos en la guerra civil, cuida de su mujer enferma de cáncer. Y por pura honestidad le confiesa, en cuanto se cura, que la ha engañado. El resto de personajes masculinos, que ni siquiera aparecen en pantalla, son unos criminales: el padre de la chica es un desalmado que hizo todo lo posible por perjudicar su esposa (estupenda Aitana Sánchez-Gijón), que no se preocupaba de su hija, que la echó de casa en cuanto se enteró de que estaba embarazada. Y para colmo no denunció la violación que sufrió. También hay tres violadores en nuestros días, en contraste con la bondad que anidaban los que murieron en la guerra civil.
Al final se nos cuenta una historia de esa guerra, la de uno que una noche cavó su propia tumba a punta de pistola, pero al que dejaron marchar y aún así no se escapó al día siguiente siendo consciente de que lo asesinarían al caer la tarde (los psicópatas que finalmente lo mataron le dieron un día para que escapara, como es lógico), "por dignidad, por orgullo, por no dejar a su mujer y a sus hijos, según nos cuentan". Qué diferencia entre las víctimas del alzamiento y los hombres del presente, salvo los que tienen memoria histórica, que esos son de otra pasta.
Del mismo modo, no se explica que conozcamos tan poco del pasado reciente de la protagonista, más allá de que murieron sus padres y de que es fotógrafa, que casi sepamos más de sus abuelos que de ella misma. Es como si en consonancia con la facción ideológica que Almodóvar defiende, estos últimos 40 años de democracia no signifiquen nada, como si el presente le hubiera robado vida, su sitio, al pasado. La guerra no se ha acabado, se afirma en un momento dado, no terminará hasta que se encuentren a todos los desaparecidos. Ese parece el sentir del director, lo que quiere dejar claro, que al menos él sigue en guerra. En ese sentido, la cinta parece un panfleto ideológico que bebe de un rencor que acaba menoscabando el talento cinematográfico de su autor. Y no me refiero a la memoria histórica, al hecho totalmente comprensible de que todavía haya personas que sufren porque no saben donde están enterrados sus antepasados, sino a la utilización política que el director perpetra con esta torcitera cinta: un pastiche ideológico meta progresista.