Almodóvar ha inventado un nuevo género, el surrealismo gay.
Es la mejor forma de describir esta película, tenemos un avión dando vueltas, con el pasaje de clase turista DROGADO (esto es que ni se le ocurre a Ryanair), mientras a pesar del peligro de muerte los pasajeros y la tripulación se ponen a hacer una fiesta gay, con agua de Valencia, sexo, música y coreografías penosas. Y por supuesto no puedo faltar la chica Almodóvar metida con calzador y luciendo modelitos, para regocijo del público heterosexual
Decía Pedro que se preguntaba si se habría olvidado de cómo hacer comedias, la respuesta visto lo visto es SI.
Las bromas (aunque algunas son buenas) están demasiado separadas en el tiempo a lo largo de la película y algunas escenas que deberían provocar risa solo provocan hastío.
En fin, que esta es la película más gay que he visto (y no lo digo cómo algo malo en si mismo)