A pesar de que las últimas veces había ido al cine con expectativas muy altas y me marché indignada por que las películas que vi me parecieron un auténtico robo, el fin de semana pasado cogí fuerzas de donde no las había y decidí retomar. El sábado, "Biutiful" y mientras esperaba a que empezase, en la interminable publicidad que te cuelan sutilmente aunque hayas pagado tu entrada, y bien pagada, el trailer de "Balada triste de trompeta". Solo habiendo visto ese trocito decidí que el domingo repetiría sí o sí, y volvería al cine con todas las consecuencias. Tengo que decir que no solo fue un gran acierto, ¡Vuelvo a tener ganas de ir al cine! El principio me hizo dudar, no soy yo muy de payasos y creo que ya hemos explotado suficiente la guerra civil. Pero enseguida se me hizo un nudo en la garganta, un nudo que no te puedo decir si eran ganas de llorar. Porque al mismo tiempo se me caían las lágrimas y no era de pena precisamente. Era risa de la de verdad, de la que te da agujetas en el estómago. Pero a su vez, una tristeza infinita. Como siempre Álex de la Iglesia dejó su sello bien marcado. Una trama no muy buena, teniendo en cuenta que con La comunidad dejó el listón muy alto y Álex nunca se ha caracterizado por ello. Pero tan cuidadoso en la fotografía como siempre, sin dejar el mas mínimo detalle. Controlando que cada cosa estuviese en su sitio cuando tenía que estar. Explícito como el solo. Con todos sus pequeños detalles escabrosos, grimosos y sangrientos que me encantan, nos encantan, tan propios del director y tan personales.