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Voto de Yo Claudio:
10
Serie de TV. Drama Serie de TV (2007-2015). 7 temporadas. 92 episodios. Aclamada serie dramática que narra los comienzos de una de las más prestigiosas agencias de publicidad de los años sesenta, y centrada en uno de los más misteriosos ejecutivos de la firma, Donald Draper, un hombre con un gran talento. "Mad Men" es la mirada a los hombres que dieron forma a las esperanzas y sueños diarios de los americanos de la época. En 1960 la publicidad era ... [+]
31 de julio de 2013
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nada tiene que ver el título de esta review con la brillante obra de Alan Sillitoe, pero la sexta temporada de Mad Men merece un enunciado a la altura de su excelencia.

Seis años pasan desde que en 2007 Matthew Weiner decidiera regalarnos la posibilidad de ser espectadores de su drama: Mad Men. Una serie mundialmente aclamada por su autenticidad histórica, por su estilo visual, por su guion y por sus actuaciones. En ella, asistimos a un recorrido por el Nueva York de los años 60, a un estudio, que gira alrededor del conflictivo y competitivo mundo de la publicidad, donde nos cuentan las historias de los hombres y mujeres que trabajan en la agencia Sterling Cooper (ahora SC&P), cuyas vidas se centran en vender un arte y cuyo destino es guiado por sus egos. Nada tiene que ver el título (o quizás sí), pero cuando aparecen los créditos finales del episodio 13 “In care of”, estas son las palabras que vienen a mi mente.

Aquel conjunto de relatos de A. Sillitoe, en los que nos describía la vida de un joven que ingresa en un reformatorio donde tratan de integrar a los chicos conflictivos a través del deporte. Así, Colin Smith, el personaje, nos permite adentrarnos, durante sus solitarias carreras en su vida anterior, reflexiones que le hacen pensar, que después de todo, puede que su situación actual sea privilegiada. Como digo, nada que ver; pero en el fondo, lo es todo. Me explico: Mad Men volvió con una sexta temporada que se remonta a sus orígenes, algo que personalmente me ha embelesado. Su autor ha decidido volver a jugar con el misterio, adentrase en una atmósfera fría y solitaria, exponiendo unas imágenes que hablan por sí solas, con diálogos brillantes, cargada de metáforas, de comparaciones sugerentes…
Todo ello en una época de constante cambio. Es 1968, año de múltiples acontecimientos que cambiaron la historia del mundo y de los Estados Unidos: las revoluciones “hippies”, la Guerra de Vietnam, los asesinatos de Martin Luther King o de Robert F. Kennedy , y finalmente las elecciones presidenciales que dieron como ganador a Nixon (ese hombre…).

Por todo ello, resulta complicado escribir sobre Mad Men, ya que a uno le queda la sensación estar ante algo más grande de lo que su mente puede discernir. Como digo, la temporada ha estado acompañada de insuperables diálogos muy bien trabajados por los guionistas y que culminan en esa escena final de temporada, tan cargada de significado y que puede suponer un verdadero punto y aparte para una serie que se enfrenta a su última sesión.

Pero hasta llegar ahí, muchas cosas han pasado…

Don, es un hombre cansado de fingir, de luchar contra sí mismo, está exhausto, ya no puede someter a su “yo” real (Dick Whitman) que emerge dejando a su paso toda la basura que sostiene a su mejor obra publicitaria (él mismo). El nuevo Don se enfrenta a su pasado y deja a un lado las mentiras. Más viejo, más perdido, más alcohólico que nunca, asiste a su propia catarsis y así lo muestran las imágenes finales de la temporada, en ellas parece abrirse un nuevo camino para que el protagonista haga borrón y cuenta nueva. Pero ¿ha cambiado realmente?, quizás, aunque ya es tarde… su metamorfosis será a costa de todo. De ahí el título de este artículo, la irremediable soledad de todos nuestros personajes, cada uno con su tara, soportando la carga que enfrentarse a sí mismos, para terminar huyendo sin destino concreto. Todo esto, trae a mi mente el título de otra obra literaria: “El hombre duplicado” de José Saramago, porque en Mad Men, hemos asistido esta temporada a la búsqueda constante de la identidad.

Por otra parte y escuetamente, esta temporada nos ha devuelto a la mejor Betty (magnífica January Jones), esta mujer no es (aunque lo parezca) la misma que nos mostraron en las temporadas iniciales, “su” madurez se constata en la escena de cama con Don, y en las palabras que pronuncia: “Esa pobre chica (refiriéndose a Megan)… no sabe que quererte es la peor forma de llegar a ti”.
Igualmente, destacar el papel de Sally (Kiernan Shipka), su serenidad absorbe toda la pantalla, su rostro dulce choca con la realidad que la he tocado vivir, combinando lo peor de sus progenitores con un sentido común que siempre los deja evidencia. “Mi padre nunca me ha dado nada”, eso nos dice…

¿Quedan cosas por decir? casi todas (pero ese trabajo lo comparto con ustedes), la desgracia de ser Pete Campbell (Vincent Kartheiser), el pragmatísmo simpático de Roger Sterling (John Slattery), la impasible Peggy Olson (Elisabeth Moss), y por supuesto, el intrigante Bob Benson (espectacular James Wolk). Muchas incógnitas nos dejan por resolver para la última temporada, y sólo al final tendremos una visión amplia sobre esta sensacional serie.
Yo Claudio
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