Francamente, el cine de catástrofes no da para mucho, pues no olvidemos que salvo Titanic, no hay títulos que estén muy bien valorados, al menos por la crítica profesional. Y es que cuando se lanza un producto de este tipo, el público lo considera un buen entretenimiento y ya porque al fin y al cabo, estamos hablando de un film con carácter comercial y esa etiqueta de entrada no le beneficia lo más mínimo. Sin embargo, no todo es tan superficial como parece en un primer momento. Las partes de la trama que se centran en el drama familiar son lo mejor del visionado, muy realistas y emotivas. La culpa de esto es, como no, de los actores que protagonizan la historia. Gerard Butler está realmente bien en su rol de padre cariñoso y protector, Morena Baccarin lo hace lo mejor posible y transmite sus sentimientos siempre que la cámara la enfoca, Roger Dale Floyd pese a su corta edad sabe cómo debe actuar y gracias a él, se ven las escenas más tiernas de toda la película. Muy buenas interpretaciones también por parte de los actores secundarios, todos ellos están muy convincentes. La peligrosa situación que refleja el filme nos hace reflexionar sobre nuestro comportamiento y ver de una forma descarnada aquello que sucede en la pantalla. Si lo piensas, todo cuanto se ve puede pasar en cualquier momento, lo que resulta muy aterrador. No hay demasiados efectos especiales y eso en parte me deja con un amargo sabor de boca, ya que si algo garantiza este género es un gran despliegue técnico. La recomiendo para los que no sean demasiado exigentes. Se me olvidaba, el fin del mundo es algo visto 1000 veces y por tanto no tiene nada de originalidad.