La primera parte de este personaje (en este caso nunca mejor dicho) me encantó porque supo hacer una historia de superhéroes sólida que, además, contenía una acertada y nada molesta dosis de comedia, y, por si todo lo mencionado anteriormente no fuera suficiente, era tierna y conmovedora. De modo que la película de 2019 fue (bastante) mejor de lo que muchos dijeron en su día y otros recuerdan actualmente. Dicho esto, he de decir que no sabía lo que me iba a encontrar cuando fui a visionar esta secuela. Al parecer, ha sido un desastre tanto de crítica como de taquilla. Pues un servidor quedó encantado después de verla en los cines hace unos pocos días. No diré ni que es una gran obra del género ni que es mejor que su antecesora y, ni mucho menos, que es perfecta. Me ha gustado, pero de ahí a decir que es la hostia, como que no. En mi opinión, esta segunda parte es inteligente debido a que sabe lo que tiene que hacer y vaya si lo hace. Apuesta por la misma fórmula que vimos en el primer film y le sale a pedir de boca. El humor sigue funcionando, y muy bien, por cierto. La acción luce de forma más que satisfactoria (hay algún momento en el que se nota un poco artificial, por así decirlo) y el guion ni innova ni pretende hacerlo, es la pura verdad. Luego están los villanos, o las villanas, mejor dicho. Dentro de lo genéricas que son, cuentan con ciertos matices que nos hacen verlas a ambas de manera distinta, y eso se agradece. Del reparto el que brilla con más fuerza que el resto es, indudablemente, Zachary Levi. Borda su papel y cae tan simpático que se le coge cariño. Hay un cameo que no os va a decepcionar, os lo aseguro, y hasta aquí puedo leer. En definitiva, ¡Shazam! La furia de los dioses es una secuela muy divertida, disfrutable y recomendable, siempre y cuando te mole el cine de superhéroes o si te gustó la original, claro. Otro detalle a destacar que casi se me olvida es el del amor incondicional a los tuyos, es decir, tus seres queridos porque sin ellos no eres nada.