Destacable melodrama protagonizado por una brillante Claudette Colbert, quien tan sólo se vio privada de la nominación al Oscar por protagonizar el mismo año la magnífica "Sucedió una noche", por la que sería premiada. La historia se basa en la relación entre su personaje y el de la afroamericana Louise Beavers, una de las eternas criadas del cine clásico.

Se trata de unos de los primeros films en reflejar una relación de amistad pura entre una mujer blanca y otra negra, quizá no lejos de tópicas (bondadosa y bella mujer blanca, adorable y gorda criada negra), pero sin duda con gran cariño hacia sus personajes e intentos por cambiar un mundo en el que reflejar la igualdad en el cine no era solo poco común, sino censurado por el no más absurdo que estricto Códico Hays.

Un reparto brillante y una agradable fotografía que hace disimular los fallos de decorado y montaje llevan a la pantalla un guión muy bien definido que sigue de cerca a estas dos mujeres y a las hijas de ambas, siendo la relación entre los cuatro su principal baza. El racismo es fuertemente denunciado, especialmente a través de la historia de la hija de la criada, que se ve marginada por la sociedad por tener una madre negra pese a ser ella blanca en apariencia.

También hay lugar para los negocios y el amor, pero los mayores logros de "Imitación de la vida" se hallan en los pequeños momentos de cotidianidad en la casa, donde madres e hijas comparten momentos tristes y otros alegres. Ver a Colbert bañar a su pequeña hija o recibiendo un masaje por parte de su amiga (quizá la criada siga siendo criada en apariencia, pero para el personaje de Colbert simplemente sigue siendo su amiga) mientras ambas comentan la fiesta que acaba de tener lugar ("el mejor momento de la fiesta") es tan realista como agradablemente hogareño.