Christopher Nolan tiene talento y no le falta ingenio. Y sabe hacer cine del mejor. Eso lo sabemos desde su estupendo último Batman y un poco desde Memento también, aunque esta se recordará más por el experimento fallido de narrativa cinematográfica (como el caso de Lady in the Lake de Robert Montgomery) que por sus cualidades cinematográficas que sin duda las tiene. De todas maneras el jueguito de mente que tanto parece gustarle a Nolan, en Memento era sobrio y eso se agradecía. Aqui en Inception en cambio se hace barrocamente fastidioso. El problema de Nolan por lo que veo es su falta de estilo personal. Aquí por caso se agarra por donde puede de la matriz Matrix y asocia malamente una especie de onirismo borgiano trivializado con las peores mañas hollywooderas. A saber: una historia de amor kitschorrienta, el frenesí estereotipado de las persecusiones exóticas a lo Bond & Bourne, las explosiones tan apocalípticas como innecesarias de la estética Schwarzenegger y la fealdad intrínseca de los derrumbes virtuales del destructor alemán Roland Emmerich, que diosito me lo bendiga. Con razón el gordito carilindo de di Caprio, que con buen director no es mal actor, se la pasa atolondrado durante todo el metraje. Y uno se aguanta interminables dos horas y media preguntándose ¿para qué?