El argumento puede parecer en principio original, pero poco a poco se mete en los trillados terrenos de la moralina fácil, y el discurso sobre la amistad y la superación personal.
O sea, que en ésos aspectos no es nada del otro jueves, sino tan sólo una más de tantas pelis de animación para crios, con trasfondo moralizante.

Pero su animación merece un comentario aparte, estando algunas de sus escenas a escasos milímetros de la absoluta perfección. Las texturas son sublimes (que lejos aquellos tiempos en que recrear el movimiento de cabellos o plumas eran casi un imposible), el detallado y el movimiento independiente de los objetos de los fondos -como hojas balanceándose bajo las gotas de lluvia, por ejemplo- son estremecedores, y todas las secuencias en el agua, los contraluces, y la matización del color, se acercan a la realidad con total precisión. De hecho, hay secuencias que no parecen en absoluto una animación (casi todas las que pertenecen al "reportaje"), sino rodadas en el mundo real.

Pero esa misma perfección técnica puede llegar a ser la perdición de este tipo de animaciones: por poner un ejemplo, todas las escenas en las que aparece el pinguino gordo están tan sumamente bien hechas, que me dieron la impresión de estar viendo a una especie de Don Pimpón, que era un señor con un disfraz. Quizás eso a un chiquillo no le importe en absoluto, pero a mi me dió una sensación de falsedad extrema (que por otro lado es bien curiosa: el logro de acercarse a la realidad hace que se vea la impostura).

En fin: que la peli, en líneas argumentales, es más de lo de siempre; pero la técnica desarrollada hace imposible puntuarla (ni que solo sea por eso) con menos de un siete.
Aunque eso sí, insistiré en que al igual que Ícaro se pegó la gran ostia por querer acercarse demasiado al Sol, a la animación por ordenador puede acabar por pasarle factura una perfección tan extrema, unas cotas de técnica tan elevadas, que le hagan perder lo primordial de una animación que se precie: la imaginación y la fantasía, que son necesarias por parte del espectador para entrar en esas otras realidades, esos otros mundos, que nos proponen.