Retrato de una época y de un mundo que poco a poco iban camino de la desaparición, el mundo del espectáculo ambulante de la Italia de la posguerra. Lo primero, Giulietta Masina vuelve a dejar muestras de ser una de las mejores actrices de su generación. Dicho esto, la historia interesa, Giulietta como una mujer que no ha salido de su casa "vendida" por su madre a un rudo feriante ambulante, poco a poco y a pesar de las dificultades iniciales descubrirá que el mundo del espectáculo le hace sentirse útil, valorada y querida. Sentirse viva al fin.

Y esta es la historia, como va surgiendo esa extraña relación entre Gelsomina y su "dueño" Zampanó. Como se necesitan cada vez más para verle sentido a la vida más allá de comer y dormir a la búsqueda de la siguiente feria. Como podemos amar a las personas con sus defectos, a veces incluso por pura necesidad, porque necesitamos estar mal acompañados antes que solos, porque solos no nos sale la sonrisa en el espectáculo porque ya no nos sentimos vivos. No es una película redonda ni perfecta. Muchas veces sugiere hechos de forma poco clara que habría preferido ver mostrados en pantalla... pero es una película muy humana, sobre el espectáculo, esa pequeña actuación que es la vida de cada uno y que al final del día, cuando subes a la carreta terminada la función, necesitas sentir que el otro, aunque sea Zampanó, o Gelsomina, también están ahí, porque la compañía reconforta hasta los espíritus más heridos.