Black Rain nos ofrece un catálogo de lo mejor y lo peor de Ridley Scott. Formado en la publicidad, con un notable gusto estético, Scott nos apabulla con una magnífica ambientación, con un inteligente uso de la fotografía nocturna, de las luces y neones, de las chispas, de la luz del ocaso y del amanecer, de la lluvia, del barro y de la niebla, trufado con unas vestimentas muy de los 80. Sin embargo en su debe se encuentra una historia realmente floja, con unos personajes tópicos y planos, con una visión de los japoneses falsa y facilona, así un policía corrupto estadounidense da lecciones de profesionalidad y de iniciativa a un soso e irreconocible Takakura. Y no hablemos de los mafiosos nipones, que parecen una caricatura de los italoamericanos.

Es inevitable hacer una comparación con la joya en la que se basa-plagia: Yakuza. En la misma un estadounidense encarnado por Mitchum es ayudado por un Ken Takakura impresionante en un lío con la mafia japonesa. En dicha película se respira mucho mas respeto por la compleja sociedad nipona, con unos personajes bien descritos y no bufos como los de la película de Scott. Si el film Yakuza es Jabugo , Black Rain es Chopped de oferta; alimenta, eso si, pero no es un plato de un restaurante con tres estrellas Michelín.

Y el final es tan decepcionante, tan triste, tan de la superioridad americana a base de tortazos... Triste y descafeinado. Insisto en revisar el film Yakuza, con un espectacular y magnífico final en forma de asalto con espadas y recortadas. Eso si es acción, no esto.