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España España · Pontevedra
Voto de newman:
9
Drama. Intriga Miembros de una división militar se atrincheran en una recóndita fortaleza del desierto a la espera del ataque del ejército enemigo. Allí, soldados y oficiales sobreviven con honor, tratando de respetar las reglas. El eje del relato es el joven teniente Drogo, quien poco después de ser destinado a la fortaleza, intenta conseguir un certificado médico que lo exima de su nueva posición. (FILMAFFINITY)
10 de mayo de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Podía ser que desde el desierto se viese como se espeja la luna sobre la arena. Se hablase de náufragos de tierra firme. Nuevas estrellas a lo lejos como luceros o guías.

El tiempo práctico es, para Jeanne Hersch, el tiempo en el que podemos actuar y tomar decisiones en torno a nuestro presente. Un presente vivido intensamente porque es la suma de todos los tiempos pasados, y posibles futuros, funcionando como una miniatura del universo. Se trata de un "si mismo" en libertad.

Ante la soledad del protagonista, se revela su escucha activa, sus ojos se convierten en oídos y sus oídos en ojos. Deviene antena receptora, haciendo que se anule el paso del tiempo, o se relativice de una forma extraña y contradictoria. Drogo vive en el tiempo y fuera del tiempo. Es, en palabras de Hersch, lo que permite dar nuevos comienzos, diluir lo intolerable y esperar lo necesario y deseable. Drogo aparece en si mismo como una imagen de resistencia al presente. Ante la falta de resistencia construir la resistencia del que se lanza al desierto, donde quienes habitan no son desertores.

Cuando las luces se dejan ver a lo lejos en el horizonte, estas parecen estar constituyendo parte de un nuevo relato mitológico, que amenaza creencias y ritos, los propios fundamentos de encontrarse ahí mismo, arrojados sobre el desierto. La resistencia abre, desde la marginalidad, la posibilidad de un nuevo inicio.

En la profundidad del cielo nocturno surgen estás nuevas estrellas hechas por el hombre. Es lógico que, algunas personas, se autodenominen como relevo de los antiguos oráculos y hagan surgir toda una serie de nuevas herramientas, que les permitan crear un nuevo sentido a lo que se ve en ese mundo fuera del mundo. Estas nuevas constelaciones, están vivas, son más que un rumor. Un tren dirigido al fin de los tiempos.

Vivimos de lo que pasa y somos parte de lo que pasa. Y sin embargo no es del todo cierto. Se nos ha repetido, hasta hacérnoslo grabar a fuego, que la esperanza es lo último que se pierde, sin atender a que esta se transforma, muda de una cosa en otra, hasta que ya no hay algo que se le parezca. Se desarrolla la resistencia íntima a nuestro presente. No en el sentido de oposición a algo, sino en la posibilidad de dotar de un nuevo inicio.

Ahora bien, la construcción de esta carretera, no puede ser, en definitiva, algo muy distinto a una línea de fuga que absorbe aquello que se le da. Relato y mito, sombra y amenaza. La construcción de la carretera, llegado un punto, podría haberse traducido en una utilidad para la fortaleza, para las tropas allí atrincheradas. La construcción de la carretera, podría haber dado un sentido a la construcción militar. Sin embargo, el simbolismo es otro. La fortaleza y los soldados parecen estar ahí para observar el avance de la carretera.

Desertores en el desierto. El desierto de la realidad. Y, por consiguiente, el camino desobrado fuera de la realidad del desierto. Como en el cuento de Borges, en el que las cosas que no se observan, por no ser observadas, desaparecen. Y sin embargo, es aquí más complejo, pues, una vez observadas las luces a lo lejos, el atlas se modifica, los ritos se cambian, la cordillera celeste ya no es la misma, y aún cuando se dice: todo debe seguir siendo como ha sido siempre y nada cambia para que todo siga siendo igual, aun cuando la nube sobrevuela sus cabezas y los tártaros están a las puertas y la resistencia íntima dice que el que habita el desierto no es un desertor. Aquí se nos pide que no hagamos caso a nuestros ojos, o que estos se conviertan en arena de playa perdida entre las tantas y tantas dunas.

Quién va al desierto no es un desertor, está dispuesto a vivir en si mismo. Quién va al desierto está dispuesto a ser desierto.
newman
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