Breaking Bad más Autos-Deportivos es igual a cine palomitero pasable. Es lo que ofrece esta película, "penúltimo" intento de adaptar un exitoso videojuego al celuloide. ¿Cual será el siguiente?
La vienen comparando con la saga de Fast & Furious, y parece que sale perdiendo, aunque quizás todas las comparaciones puedan resultar odiosas; y es que en la otra saga automovilista no se se encuentra nuestro Jesse Peakman (Breaking Bad forever).
Pero sin engañar a nadie, quizás Aaron Paul no tenga ni el carisma ni la estatura suficientes para soportar una producción así; y aunque se le rinda homenaje en la cinta (apareciendo en escenas de Bullit), Paul no es Steve McQueen. Sin embargo es lo más resaltable de la película, sobretodo si no entiendes o no te atraen los deportivos.
Por otro lado, las panorámicas aéreas de New York, de California y del Grand Cannyon, son de gran calidad; así como algunas persecuciones. Pero... la música, las incoherencias de guión (algunos bordeando el ridículo) y la poca consistencia de los personajes (incluido el locutor de Michael Keaton) dejan algo que desear para intentar ser el inicio de una nueva saga automovilística.