Media votos
7,0
Votos
614
Críticas
11
Listas
7
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de PierreMenard:
8
![](https://filmaffinity.com/images/myratings/8.png)
8,2
108 554
Bélico. Drama
Durante la guerra de Vietnam, al joven Capitán Willard, un oficial de los servicios de inteligencia del ejército estadounidense, se le ha encomendado entrar en Camboya con la peligrosa misión de eliminar a Kurtz, un coronel renegado que se ha vuelto loco. El capitán deberá ir navegar por el río hasta el corazón de la selva, donde parece ser que Kurtz reina como un buda despótico sobre los miembros de la tribu Montagnard, que le adoran como a un dios. (FILMAFFINITY) [+]
14 de agosto de 2020
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine bélico ha germinado un sinfín de películas capitales para la historia del cine: conforman un despliegue técnico visceral y un nivel de drama similar a las del género. Permeando en temáticas como la traición, la lealtad, el honor, han establecido criterios para la creación del cine moderno, tomando un pedazo de historia para plasmarlo en la pantalla grande y embelesarnos.
En «Paths of Glory» de Stanley Kubrick, se degrada la propia lealtad de una nación, estableciéndola como un sígnico de manipulación para los comunes, y como una forma de expiación para los inmunes. Rompe las propias barreras del lenguaje, porque en el seno de la Primera Guerra Mundial, lo que aunaba a los hombres que entre sí se asesinaban, era la propia sed de libertad, de paz y de hermandad para con el mundo, explorando así, quiénes eran los verdaderos abyectos del conflicto.
Ahora bien, Ford Coppola venía de entregarnos las dos mejores películas de la historia del cine - obviando tantas otras, ésta opinión es tan popular, que no temo en proclamarla verdad absoluta - con un virtuosismo inmaculado, casi divino, cine de autor en su esencia prístina.
Para el 79 procreó una de las películas del género bélico más importantes de la historia; «Apocalypse Now», de unas formas deslindantes y liberadora, como opresoras, tomó sus cimiento de la novela - y una de las cimas de la literatura victoriana postrera - «Heart of Darkness» de Joseph Conrad: una exploración perfecta del entorno/sujeto, su convergencia y final transformacion, la del individuo en sus formas primordiales, animales, dominado él por el entorno que lo cierne, y no al contrario. Arropa los temas del colonialismo emergente y novísimo, a pesar de su práctica casi milenaria, influenciada por ese hermetismo casi mágico que rodeaba «The Temptest» de Shakespeare y esa relación entre Próspero y Calibán.
La novela de Conrad goza de una deconstrucción de personajes - en mi opinión - perfecta, con una descripción del entorno magnífica, como esbozándolas con las palabras. La edificación de Kurzt es como la de un mito que resuena en tu cabeza y al cual acompañas a lo largo de la obra. Libro que forma parte de la inconclusa biblioteca personal de Jorge Luis Borges: indispensable.
Pero estamos para hablar de la adaptación que realizó el italoamericano, específicamente del corte «Redux» estrenado en Cannes el 2001.
Abarca una producción impecable: el diseño de producción y la ambientación sonora son envidiables, porque plasma la realidad a la gran pantalla de forma natural y precisa. La dirección de Coppola es acertada. Y la fotografía embona en el ambiente de estilismo y grandilocuencia de la jungla; conforma un personaje en sí mismo - como en la novela, pero con una presencia poco notable y notoria en el descenso a los anales lóbregos de los soldados y, en esencia, de los humanos que en ella se postran.
Ahora bien, tenemos que conformar los puntos que para mí, reducen la calidad de la obra, más específicamente, de la edición Redux.
No hay fuerza en lo que se cuenta, porque la primisa se pierde: lo primero sucede porque carece de una complejidad en la introspección que surge entre hombre/jungla. No hay un descenso a la oscuridad, no es notoria, los personajes que deberían demostrar fustigarnos con ella son planos; el capitán Willard (Martin Sheen) no sufre una transformación que pueda clarificar su obsesión por la jungla, que es incipiente ya que se toca desde el inicio. Incluso al llegar en ella no hay un desborde de obcecación. Kurtz (Marlon Brando) no tiene fuerza, es tan llano e inexpresivo en el mito que cierne su figura, que simplemente no cumple; inclusive su mitificación es obsoleta, porque debería haber un paralelismo entre el descenso a la jungla y la ascresciente figura de Kurtz. No hay fuerza de impacto, y mucho menos gancho entre la trama y la ejecución. La presentación de Kurtz y el planteamiento del problema son adecuados, pero de ahí no va a más. En la novela hay totalidad y abstracción entre lo que se piensa y lo que se ejerce.
Lo que sí desborda la película es producción y pomposidad: un show de explosiones que nos agradan porque rozan el surrealismo. El Coronel Kilgore (Robert Duvall) agrada y entretiene: embelesa, pero en deconstrucción es inverosímil, aunque la performance está lograda de forma correcta.
El personaje de «Chef» (Frederic Forrest) me parece el mejor de la tripulación, porque en él si hay avance y descenso, hay angustia y vesanía.
Sigue en Spoilers:
En «Paths of Glory» de Stanley Kubrick, se degrada la propia lealtad de una nación, estableciéndola como un sígnico de manipulación para los comunes, y como una forma de expiación para los inmunes. Rompe las propias barreras del lenguaje, porque en el seno de la Primera Guerra Mundial, lo que aunaba a los hombres que entre sí se asesinaban, era la propia sed de libertad, de paz y de hermandad para con el mundo, explorando así, quiénes eran los verdaderos abyectos del conflicto.
Ahora bien, Ford Coppola venía de entregarnos las dos mejores películas de la historia del cine - obviando tantas otras, ésta opinión es tan popular, que no temo en proclamarla verdad absoluta - con un virtuosismo inmaculado, casi divino, cine de autor en su esencia prístina.
Para el 79 procreó una de las películas del género bélico más importantes de la historia; «Apocalypse Now», de unas formas deslindantes y liberadora, como opresoras, tomó sus cimiento de la novela - y una de las cimas de la literatura victoriana postrera - «Heart of Darkness» de Joseph Conrad: una exploración perfecta del entorno/sujeto, su convergencia y final transformacion, la del individuo en sus formas primordiales, animales, dominado él por el entorno que lo cierne, y no al contrario. Arropa los temas del colonialismo emergente y novísimo, a pesar de su práctica casi milenaria, influenciada por ese hermetismo casi mágico que rodeaba «The Temptest» de Shakespeare y esa relación entre Próspero y Calibán.
La novela de Conrad goza de una deconstrucción de personajes - en mi opinión - perfecta, con una descripción del entorno magnífica, como esbozándolas con las palabras. La edificación de Kurzt es como la de un mito que resuena en tu cabeza y al cual acompañas a lo largo de la obra. Libro que forma parte de la inconclusa biblioteca personal de Jorge Luis Borges: indispensable.
Pero estamos para hablar de la adaptación que realizó el italoamericano, específicamente del corte «Redux» estrenado en Cannes el 2001.
Abarca una producción impecable: el diseño de producción y la ambientación sonora son envidiables, porque plasma la realidad a la gran pantalla de forma natural y precisa. La dirección de Coppola es acertada. Y la fotografía embona en el ambiente de estilismo y grandilocuencia de la jungla; conforma un personaje en sí mismo - como en la novela, pero con una presencia poco notable y notoria en el descenso a los anales lóbregos de los soldados y, en esencia, de los humanos que en ella se postran.
Ahora bien, tenemos que conformar los puntos que para mí, reducen la calidad de la obra, más específicamente, de la edición Redux.
No hay fuerza en lo que se cuenta, porque la primisa se pierde: lo primero sucede porque carece de una complejidad en la introspección que surge entre hombre/jungla. No hay un descenso a la oscuridad, no es notoria, los personajes que deberían demostrar fustigarnos con ella son planos; el capitán Willard (Martin Sheen) no sufre una transformación que pueda clarificar su obsesión por la jungla, que es incipiente ya que se toca desde el inicio. Incluso al llegar en ella no hay un desborde de obcecación. Kurtz (Marlon Brando) no tiene fuerza, es tan llano e inexpresivo en el mito que cierne su figura, que simplemente no cumple; inclusive su mitificación es obsoleta, porque debería haber un paralelismo entre el descenso a la jungla y la ascresciente figura de Kurtz. No hay fuerza de impacto, y mucho menos gancho entre la trama y la ejecución. La presentación de Kurtz y el planteamiento del problema son adecuados, pero de ahí no va a más. En la novela hay totalidad y abstracción entre lo que se piensa y lo que se ejerce.
Lo que sí desborda la película es producción y pomposidad: un show de explosiones que nos agradan porque rozan el surrealismo. El Coronel Kilgore (Robert Duvall) agrada y entretiene: embelesa, pero en deconstrucción es inverosímil, aunque la performance está lograda de forma correcta.
El personaje de «Chef» (Frederic Forrest) me parece el mejor de la tripulación, porque en él si hay avance y descenso, hay angustia y vesanía.
Sigue en Spoilers:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Uno de los problemas de la edición Redux es su dilatación hasta la saciedad y su vaivén entre trama y factores innecesarios. Las dos escenas de las «Conejitas» son olvidables, porque no aportan a la esencia del descenso; en la segunda se quiere demostrar esa disparidad pero sólo hay ausencia de verosimilitud.
La escena de los terratenientes provoca reacciones ambivalentes: es una escena correcta, pero después de todo es innecesaria y redundante para con lo que la obra busca transmitir.
El tema de la ambivalencia y la forma primitiva del hombre alienado por su ambiente no impacta, no lo logra. Por sus personajes planos e incomprensibles. ¿Qué nos separa de ser animales, de volver a la forma básica? Aquí el escenario trata de cumplir la función de tergiversar el alma y el ser, peor no hay transformación, más estrictamente en los protagonistas.
En la teoría ecológica de Bronfenbrenner hay un concepto denominado Macrosistema, que es la influencia de los marcos culturales como ambientes inmediatos y como éstos influyen en el individuo. Kurtz y la tripulación deberían sufrir una adaptación, o mejor, un reaclndicionamiento a los instintos primitivos del hombre, que fluyen entre la razón y el instinto (como dijo Roxanne: amar y matar) pero no lo hay, es raquítico en su trama fundamental.
El escenario funciona como un molde yuxtapuesto a la trama, y es perfecto, pero la trama es carente, no lleva a ningún lado porque el guión hace que los personajes deambulen sin transmitir lo que se quiere decir, hay caos y estrago por orden del escenario, pero los personajes son puesto ahí, como cegados para no reaccionar a los estímulos: el acto final, pues, es llanamente intrascendente, porque no ha habido una construcción de por medio, sólo un viaje de ida y vuelta sin secuelas divisables.
Si se sustraen los aspectos adheridos a la edición Redux - corte original - los problemas sehuirían siendo los mismos, craso error de realización y definición, por ello admitir que ver el corte original cambiaría algo sería engañarse. La obra sigue siendo buena y fundamental para la historia del cine, pero carece de la perfección simplista de la novela.
Efectista en sus recursos pero lánguida en sus ejes fundamentales.
No hay algo que hilvane nuestras formas primitivas, los estragos de nuestros actos, y nuestra reacción animal, algo que palpe muy en el fondo, nuestra oscuridad enajenada.
7.6/10.
La escena de los terratenientes provoca reacciones ambivalentes: es una escena correcta, pero después de todo es innecesaria y redundante para con lo que la obra busca transmitir.
El tema de la ambivalencia y la forma primitiva del hombre alienado por su ambiente no impacta, no lo logra. Por sus personajes planos e incomprensibles. ¿Qué nos separa de ser animales, de volver a la forma básica? Aquí el escenario trata de cumplir la función de tergiversar el alma y el ser, peor no hay transformación, más estrictamente en los protagonistas.
En la teoría ecológica de Bronfenbrenner hay un concepto denominado Macrosistema, que es la influencia de los marcos culturales como ambientes inmediatos y como éstos influyen en el individuo. Kurtz y la tripulación deberían sufrir una adaptación, o mejor, un reaclndicionamiento a los instintos primitivos del hombre, que fluyen entre la razón y el instinto (como dijo Roxanne: amar y matar) pero no lo hay, es raquítico en su trama fundamental.
El escenario funciona como un molde yuxtapuesto a la trama, y es perfecto, pero la trama es carente, no lleva a ningún lado porque el guión hace que los personajes deambulen sin transmitir lo que se quiere decir, hay caos y estrago por orden del escenario, pero los personajes son puesto ahí, como cegados para no reaccionar a los estímulos: el acto final, pues, es llanamente intrascendente, porque no ha habido una construcción de por medio, sólo un viaje de ida y vuelta sin secuelas divisables.
Si se sustraen los aspectos adheridos a la edición Redux - corte original - los problemas sehuirían siendo los mismos, craso error de realización y definición, por ello admitir que ver el corte original cambiaría algo sería engañarse. La obra sigue siendo buena y fundamental para la historia del cine, pero carece de la perfección simplista de la novela.
Efectista en sus recursos pero lánguida en sus ejes fundamentales.
No hay algo que hilvane nuestras formas primitivas, los estragos de nuestros actos, y nuestra reacción animal, algo que palpe muy en el fondo, nuestra oscuridad enajenada.
7.6/10.