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México México · Zacatecas
Voto de PierreMenard:
8
Bélico. Drama Durante la guerra de Vietnam, al joven Capitán Willard, un oficial de los servicios de inteligencia del ejército estadounidense, se le ha encomendado entrar en Camboya con la peligrosa misión de eliminar a Kurtz, un coronel renegado que se ha vuelto loco. El capitán deberá ir navegar por el río hasta el corazón de la selva, donde parece ser que Kurtz reina como un buda despótico sobre los miembros de la tribu Montagnard, que le adoran como a un dios. (FILMAFFINITY) [+]
14 de agosto de 2020
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine bélico ha germinado un sinfín de películas capitales para la historia del cine: conforman un despliegue técnico visceral y un nivel de drama similar a las del género. Permeando en temáticas como la traición, la lealtad, el honor, han establecido criterios para la creación del cine moderno, tomando un pedazo de historia para plasmarlo en la pantalla grande y embelesarnos.
En «Paths of Glory» de Stanley Kubrick, se degrada la propia lealtad de una nación, estableciéndola como un sígnico de manipulación para los comunes, y como una forma de expiación para los inmunes. Rompe las propias barreras del lenguaje, porque en el seno de la Primera Guerra Mundial, lo que aunaba a los hombres que entre sí se asesinaban, era la propia sed de libertad, de paz y de hermandad para con el mundo, explorando así, quiénes eran los verdaderos abyectos del conflicto.
Ahora bien, Ford Coppola venía de entregarnos las dos mejores películas de la historia del cine - obviando tantas otras, ésta opinión es tan popular, que no temo en proclamarla verdad absoluta - con un virtuosismo inmaculado, casi divino, cine de autor en su esencia prístina.
Para el 79 procreó una de las películas del género bélico más importantes de la historia; «Apocalypse Now», de unas formas deslindantes y liberadora, como opresoras, tomó sus cimiento de la novela - y una de las cimas de la literatura victoriana postrera - «Heart of Darkness» de Joseph Conrad: una exploración perfecta del entorno/sujeto, su convergencia y final transformacion, la del individuo en sus formas primordiales, animales, dominado él por el entorno que lo cierne, y no al contrario. Arropa los temas del colonialismo emergente y novísimo, a pesar de su práctica casi milenaria, influenciada por ese hermetismo casi mágico que rodeaba «The Temptest» de Shakespeare y esa relación entre Próspero y Calibán.
La novela de Conrad goza de una deconstrucción de personajes - en mi opinión - perfecta, con una descripción del entorno magnífica, como esbozándolas con las palabras. La edificación de Kurzt es como la de un mito que resuena en tu cabeza y al cual acompañas a lo largo de la obra. Libro que forma parte de la inconclusa biblioteca personal de Jorge Luis Borges: indispensable.
Pero estamos para hablar de la adaptación que realizó el italoamericano, específicamente del corte «Redux» estrenado en Cannes el 2001.
Abarca una producción impecable: el diseño de producción y la ambientación sonora son envidiables, porque plasma la realidad a la gran pantalla de forma natural y precisa. La dirección de Coppola es acertada. Y la fotografía embona en el ambiente de estilismo y grandilocuencia de la jungla; conforma un personaje en sí mismo - como en la novela, pero con una presencia poco notable y notoria en el descenso a los anales lóbregos de los soldados y, en esencia, de los humanos que en ella se postran.
Ahora bien, tenemos que conformar los puntos que para mí, reducen la calidad de la obra, más específicamente, de la edición Redux.
No hay fuerza en lo que se cuenta, porque la primisa se pierde: lo primero sucede porque carece de una complejidad en la introspección que surge entre hombre/jungla. No hay un descenso a la oscuridad, no es notoria, los personajes que deberían demostrar fustigarnos con ella son planos; el capitán Willard (Martin Sheen) no sufre una transformación que pueda clarificar su obsesión por la jungla, que es incipiente ya que se toca desde el inicio. Incluso al llegar en ella no hay un desborde de obcecación. Kurtz (Marlon Brando) no tiene fuerza, es tan llano e inexpresivo en el mito que cierne su figura, que simplemente no cumple; inclusive su mitificación es obsoleta, porque debería haber un paralelismo entre el descenso a la jungla y la ascresciente figura de Kurtz. No hay fuerza de impacto, y mucho menos gancho entre la trama y la ejecución. La presentación de Kurtz y el planteamiento del problema son adecuados, pero de ahí no va a más. En la novela hay totalidad y abstracción entre lo que se piensa y lo que se ejerce.
Lo que sí desborda la película es producción y pomposidad: un show de explosiones que nos agradan porque rozan el surrealismo. El Coronel Kilgore (Robert Duvall) agrada y entretiene: embelesa, pero en deconstrucción es inverosímil, aunque la performance está lograda de forma correcta.
El personaje de «Chef» (Frederic Forrest) me parece el mejor de la tripulación, porque en él si hay avance y descenso, hay angustia y vesanía.
Sigue en Spoilers:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
PierreMenard
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