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México México · Zacatecas
Voto de PierreMenard:
10
Drama Oskar Schindler (Liam Neeson), un empresario alemán de gran talento para las relaciones públicas, busca ganarse la simpatía de los nazis de cara a su beneficio personal. Después de la invasión de Polonia por los alemanes en 1939, Schindler consigue, gracias a sus relaciones con los altos jerarcas nazis, la propiedad de una fábrica de Cracovia. Allí emplea a cientos de operarios judíos, cuya explotación le hace prosperar rápidamente, ... [+]
23 de julio de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay formas del arte que se amalgaman a la historia del mundo y, en esencia, son parte de esa historia. Para edificar una obra maestra no se necesita virtuosismo como cualidad primaria, es uno de los aspectos, mas queda menuda frente a la esencia de la unión artística entre obra y obrero, porque lo que se labra, incipientemente carga con la heráldica de lo que se aprecia y lo que se descifra. «Schindler's list» arropa las formas eternas del arte: del moderno, del anterior e incluso del ulterior, del que no hemos descubierto, pero que está ya, que ronda y que divaga en el éter.
Las escenas dramáticas son Shakesperianas, porque no hay traición sin esperanza vaga, y hay más fuerza en una mirada que en el penetrar de una bala. Ésta es la película de Spielberg tanto como la película de las personas de aquella lista salvaguardadora, tanto como nuestra película, porque es una parte de la vida misma. Y todo aquello que conforma la vida, conforma la historia, esclavos a la intemperie de una línea que se diluye, y la interpretación de Liam Neson es el epicentro de las líneas que se bifurcan. Gran performance, de un salvador que no quería serlo, pero que debía, y esa era su deuda para consigo y para con la historia.
Con una fuerza duplicada a lo que hizo Kubrick en «Paths of Glory», es un documental dramático, desleal pero fiel en lo que se debe.
Toda la obra es la construcción de un trueque final: una vida por otras, un cambio y una expiación, por una salvación. El personaje de Ralph Fiennes es una efigie en movimiento, autónoma, que actúa y desdibuja lo que es, para en cada escena, conocer algo más de él mismo: un amor repudiado, una inocencia casi infantil. Su construcción es lo que hace él a la guerra, no lo que la guerra le hace a él.
Éste no es un drama bélico, es, diría yo, un drama puro; no hay simbolismo, todo es tajante y elocuente, tiene forma de elegía de Rilke, sin sesgos ni recovecos.
Un disparo, un asesinato, un diálogo o un encuadre son virtuosos porque no tienen la necesidad de serlo: la discusión entre Mozart o Beethoven en plena masacre de Cracovia, el asesinato del vetusto manco y su último murmullo de importancia, la incineración de los cadáveres y la revelación sangrienta, el beso dicotómico de razas en pugna, las bañeras y la esperanza, y los supervivientes con el peso en sus hombros, honrando a un villano que tenía deudas con la vida.
Cualquier elogio sobra, porque la película de por sí es el elogio del recuerdo, y la historia forma parte del círculo de la vida, que no ha de olvidarse.
«Salvar a una vida, es salvar a toda la humanidad».
9.6/10
PierreMenard
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