La multiusos Macarena Astorga (directora, productora y docente) firma su primer largometraje que ha ido directo a cines en tiempos de pandemia y, ahora, puede verse en Prime Video. Su ópera prima es una declaración de intenciones al gremio: esto es lo que soy y lo que sé hacer. Macarena tiene clara una línea de actuación, y quienes hemos dado clases con ella sabemos algunas pinceladas que nos ha dejado entrever durante. Para esta película, la directora malagueña bebe de películas del mismo género como pueda ser ''El Resplandor'', ''¿Quién puede matar a un niño?'' o ''Los Otros'' para componer cada elemento que se presenta en su obra. No es un compost, es que utiliza de lo mejor para construir su propia atmósfera: es efectiva -que no efectista- y se agradece. Las críticas profesionales la ha comparado con grandes cineastas -incluso yo, vale-, pero puedo decir que, viendo sus clases, toma prestado de otras películas que horrorizarían a los más puristas (la elipsis temporal o las escenas en la taberna me recuerda a días de proyector y lluvia en sus clases... y no eran películas de culto precisamente lo que nos enseñaba).

No todo es oro lo que reluce, pues dentro de esa buena atmósfera, buen tempo y buen ojo para no cometer los errores clásicos de los nuevos directores (abuso de la stedycam que, para mí, me saca de la relación que tengo con los personajes y el relato; cerrar más los planos en según qué momento, aunque en esta peli puede que lo pienses más de una vez; entre otros), a Macarena le cuesta explicar con imágenes lo que con palabras vendría en el libro. Así se entiende menos unas repentinas secuencias que te dejan extrañado (Berta y Antonio...). Falta chicha, y ahí tiene la culpa también la guionista-novelista de esta adaptación de la novela homónima. Por no decir que el final es lo más tramposo y tópico del mundo. Que se te pase primeramente esa posibilidad nada más iniciar la película, y que así sea, habla muy mal de ella.

Entre medias, bueno, la película es entretenida gracias al ritmo de la cinta y a unos diálogos que es de lo mejor que tiene el guion. No hay mucho más, un par de escenas interesantes (las del Padre sobretodo), unos chistes denotando la diferencia entre una persona de ciudad y otra de pueblo, y ya está. No se aprovecha ningún elemento de los que se muestra. Hay un dicho en el cine: ''si lo enseñas, lo usas''; y por mucho que Macarena se las ingenie para mostrar caracoles por todos lados y perros que desaparecen, no sirven para nada. El personaje de Javier Rey, por desgracia, no se adentra en un mundo de horrores en una España rural, atrasada y explotable por sus numeras historias y leyendas, que daría para una saga si Marvel Studios estuviera detrás. Siento que es todo fachada en él, que ese final interpelándole sucede porque sí y podría pasar en Quintanar o en... Barbate.

En cuanto a la dirección de actores, poco hay que decir: todos bien, y es que trabajar con estos actores se hace la cosa más fácil. Javier Rey es un soso durante su paso por Quintanar, pero luego se ve que es un chulo integral. Si es para jugar con nosotros y nuestra impresión sobre la veracidad del personaje, bravo; si no, ¿qué?. Salvo ese choque, el resto de fábula. El peruano Carlos Alcántara y la pequeña Luna Fulgencio (ponte un nombre artístico y aprende inglés ya de ya, que puedes llegar muy lejos) ganan por goleada a los dos protagonistas. Paz Vega hace lo que puede con un personaje que se acerca a los perfiles femeninos de los años en los que está basada esta película. Pobre de ella. En fin, que se nota la mano de una exigente Macarena para que todo salga bien y nada quede al azar.

El montaje es lo que se espera de su supervisión y el resto de postproducción nos regala un film acabado y de revista. No pasará al olvido porque estará para siempre en una plataforma, pero si no, solo la encontraríamos en un videoclub. Aun así, espero con ganas su nueva película. Está preparada para un segundo asalto.

Enhorabuena, Macarena. Lo dijiste y lo cumpliste.