Con esta bonita y triste canción que escribió Burt Bacharach empieza y acaba este capitulo de Black Mirror. Es de los capítulos que menos me ha gustado, una trama muy rebuscada que fuerza la conexión entre varias historias, busca sin éxito la formula que funcionó con el capitulo Blanca Navidad.
Los actores hacen todos un buen trabajo, pero los adelantos tecnológicos a pesar del desesperado intento del guionista, no consigue ser tan inquietante como otros mas capítulos mas simples.
Los avances técnicos que propone este capitulo son un poco absurdos y su fracaso es muy previsible. También es predecible el giro argumental.
Hoy he oído en un programa de Gabilondo que las nuevas generaciones nacen con las tecnologías integradas en sus vidas y que a nosotros, por haber conocido los teléfonos fijos, la televisión de tubo con dos canales y en blanco y negro, nunca nos dejaran de sorprender los avances tecnológicos, los inventos del hombre blanco como decía Juanito.

He vuelto a ver este episodio después de un tiempo y poco que añadir a lo que ya escribí. Tiene una estética muy cuidada y merece la pena. Alguna vez he escrito que hay capítulos que me recuerdan a aquellos capítulos de Alfred Hitchcock presenta, la serie de tv de los cincuenta y este es sin duda uno de ellos, aunque me reafirmo en que es un poco rebuscado.