Tengo miedo cuando a una película actual se la define como "intimista" porque sé lo que me voy a encontrar. Nada que objetar a la ambientación, a las actuaciones en general, especialmente la de la niña protagonista pero, como consumidor de cine le pido a este algo más, le pido más sangre, más "vísceras", más valentía a la hora de contar las historias. Tiene muchos aspectos reales, pero también bastantes irreales: ¿cómo es posible que el matrimonio no discuta en toda la película?. Está claro que el cine es una cuestión de sensibilidades y la mía no conecta del todo con esta película que, si bien está algo sobrevalorada, tampoco es mala. No llega a evocar la nostalgia como sí hacen maestros de este género a los que admiro como Rohmer, Creo que, como suele pasar en esta época, el exceso de cuidado en las formas y la estética consiguen que no se desarrolle de igual manera la parte emocional, estando, por tanto, la belleza incompleta.