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Voto de Meroe:
6
6,6
146
Serie de TV. Animación. Ciencia ficción. Romance
Serie de TV (2015). 13 episodios. Esta historia tiene lugar en un futuro no muy lejano, en el que los androides con apariencia humana son algo ya extendido por el mundo. SA Corp., la empresa que produce estos androides, ha creado los Giftia, un nuevo tipo de androide que tiene la mayor cantidad de emociones y cualidades humanas que ningun otro modelo de androide haya logrado. Sin embargo, debido a limitaciones tecnológicas, los ... [+]
1 de abril de 2018
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cómo me ha recordado Plastic Memories a otra serie mía relativamente reciente, Angel Beats!. No estoy diciendo nada nuevo o desconocido. Es un hecho indiscutible que cualquier anime tiene rasgos en común con otro anime, y con eso juegan sus artífices para crear y recrear historias. Una característica de género compartida por distintas historias puede ser un criterio de clasificación para agruparlas o un punto de partida para construir el perfil de una rama monotemática. Ah, sí. La originalidad suele ser una rareza en el mundo del anime a propósito ¿Por qué cambiar una fórmula cuando ésta funciona para el público? Sin embargo cierto es que en ocasiones una serie (por sublime y/o novedosa) puede llegar a convertirse en una protagonista de su género y honrar su imagen. Muchos consideran a Angel Beats! un buen ejemplo, pero desde luego no es esa mi opinión. Plastic Memories, por ende, tampoco. Como su hermana mayor éste anime es un drama romántico sencillo que evoluciona de forma laxa y difusa y cuya historia quizás sea más apropiada para las mentes jóvenes, pues posiblemente solo ellas puedan apreciar Plastic Memories como se merece. Para mi, solo será un anime más.
Aún así debo reconocer que hay algo bonito en Plastic Memories, algo suave, dulce y cremoso que no pude encontrar en Angel Beats! Puede que sean las tristes y conmovedoras notas de su Opening, su precioso dibujo o una trama que, si bien de un modo elusivo, habla de algo tan importante como los recuerdos. Y es que nada proporciona tanta solidez o fragilidad a un ser vivo que su capacidad de memoria, y así nada es tan devastador que su deterioro o pérdida. Más triste incluso que la muerte. Pues perder los recuerdos implica la desaparición de la consciencia: aquello que se alimenta de las experiencias vividas y nos hace ser “nosotros”, ese ser único e individual. Plastic Memories toma ésta idea y crea una historia de romance y pérdida, indudablemente tierna pero también falta de firmeza y madurez.
En un futuro cercano la robótica ha evolucionado hasta tal punto que se crean androides no ya solo idénticos en forma y maneras a los humanos, sino con un “corazón” artificial; es decir, exhiben una personalidad única, así como tienen la capacidad de almacenar recuerdos y emociones auténticas. Tal que el pequeño Haley Joel Osment en la película Inteligencia Artificial de Spielberg. A éste tipo de robots se les dio el nombre de Giftia y debido a su “humanidad” suelen servir de apoyo moral a las personas. Si alguien ha perdido a alguien muy querido y necesita reemplazarlo, si alguien solitario necesita amar y ser amado, si alguien acarrea una carencia afectiva compran un Giftia y sus necesidades emocionales son cubiertas. Hasta un período de nueve años. Pues ya sea porque la creación de un Giftia es elevadamente costosa o porque ninguna empresa quiere permitirse productos perennes a éstos androides se les insufla una personalidad que dura exactamente 81,920 horas, tiempo tras el cual el Giftia es recuperado por la compañía que los creó: SAI. Es decir, el “cuerpo” del androide permanece intacto pero su personalidad así como todos los recuerdos almacenados durantes sus nueve años de servicio son borrados. Hasta que otro cliente requiera un Giftia acorde con sus características físicas y el androide vuelva a tener vida operativa; con otra personalidad, por supuesto. Como es evidente ningún dueño de un Giftia desea devolverlo por propia voluntad, así que son los trabajadores de la empresa SAI los encargados de ir a recuperar los Giftia cuyo tiempo ha expirado.
Ésto es con diferencia lo que más me ha gustado de Plastic Memories. Los momentos en que los trabajadores del Servicio de Terminales acuden a los domicilios para intentar recuperar el cuerpo del Giftia, con diferentes resultados. He de reconocer que me emocioné y lloré en varias recuperaciones y no porque las personas gritasen y se resistieran, sino porque -al contrario- Giftia y “dueño” se despedían agradeciendose mutuamente el tiempo que pasaron juntos. La mayoría no tenemos esa suerte en la vida real. La historia de la pequeña androide Nina y su terca abuela es de veras conmovedora, pero hubo otra que llegó más adentro en mi corazón, la de Hajime Edward, tal vez por las palabras de despedida del venerable matrimonio de ancianos que lo compró. Hay momentos verdaderamente hermosos en éste anime. Sin embargo eso es todo lo que son esas bellas y tristes historias: momentos, ya que Plastic Memories ni siquiera les dedica un capítulo entero para ellos. Entonces ¿cuál es el verdadero argumento de Plastic Memories?
Sencillo. Éste anime es un drama romántico entre un chico y una chica cuyo trágico destino se nos revela ya al inicio del primer capítulo, cuando somos testigos de su primer encuentro mientras la desgarrada voz en off del muchacho declara: Creo que fue entonces cuando me enamoré de ti, cuando aún no sabía ni como te llamabas. Él es Mizugaki Tsukasa, un joven de diecisiete años que por recomendación entra a trabajar en el Servicio de Terminales de SAI; y ella es Isla, un Giftia que trabaja en la misma empresa y a la que le queda muy poco tiempo de vida operativa. En realidad éste es un comienzo tan apropiado y bonito como cualquier otro para una historia de amor y pérdida, pero mentiría si dijera que su relación a lo largo de los trece capítulos que dura Plastic Memories ha logrado despertar en mi algo más que simple curiosidad. Porque es una historia dirigida a mentes jóvenes y como tal sigue paso por paso la fórmula de los animes de su género, cuyas normas dictan que se debe empapar el argumento en la clase de humor que personalmente menos disfruto: la comedia sencilla predominada por los clichés más utilizados.
(Sigue en spoiler)
Aún así debo reconocer que hay algo bonito en Plastic Memories, algo suave, dulce y cremoso que no pude encontrar en Angel Beats! Puede que sean las tristes y conmovedoras notas de su Opening, su precioso dibujo o una trama que, si bien de un modo elusivo, habla de algo tan importante como los recuerdos. Y es que nada proporciona tanta solidez o fragilidad a un ser vivo que su capacidad de memoria, y así nada es tan devastador que su deterioro o pérdida. Más triste incluso que la muerte. Pues perder los recuerdos implica la desaparición de la consciencia: aquello que se alimenta de las experiencias vividas y nos hace ser “nosotros”, ese ser único e individual. Plastic Memories toma ésta idea y crea una historia de romance y pérdida, indudablemente tierna pero también falta de firmeza y madurez.
En un futuro cercano la robótica ha evolucionado hasta tal punto que se crean androides no ya solo idénticos en forma y maneras a los humanos, sino con un “corazón” artificial; es decir, exhiben una personalidad única, así como tienen la capacidad de almacenar recuerdos y emociones auténticas. Tal que el pequeño Haley Joel Osment en la película Inteligencia Artificial de Spielberg. A éste tipo de robots se les dio el nombre de Giftia y debido a su “humanidad” suelen servir de apoyo moral a las personas. Si alguien ha perdido a alguien muy querido y necesita reemplazarlo, si alguien solitario necesita amar y ser amado, si alguien acarrea una carencia afectiva compran un Giftia y sus necesidades emocionales son cubiertas. Hasta un período de nueve años. Pues ya sea porque la creación de un Giftia es elevadamente costosa o porque ninguna empresa quiere permitirse productos perennes a éstos androides se les insufla una personalidad que dura exactamente 81,920 horas, tiempo tras el cual el Giftia es recuperado por la compañía que los creó: SAI. Es decir, el “cuerpo” del androide permanece intacto pero su personalidad así como todos los recuerdos almacenados durantes sus nueve años de servicio son borrados. Hasta que otro cliente requiera un Giftia acorde con sus características físicas y el androide vuelva a tener vida operativa; con otra personalidad, por supuesto. Como es evidente ningún dueño de un Giftia desea devolverlo por propia voluntad, así que son los trabajadores de la empresa SAI los encargados de ir a recuperar los Giftia cuyo tiempo ha expirado.
Ésto es con diferencia lo que más me ha gustado de Plastic Memories. Los momentos en que los trabajadores del Servicio de Terminales acuden a los domicilios para intentar recuperar el cuerpo del Giftia, con diferentes resultados. He de reconocer que me emocioné y lloré en varias recuperaciones y no porque las personas gritasen y se resistieran, sino porque -al contrario- Giftia y “dueño” se despedían agradeciendose mutuamente el tiempo que pasaron juntos. La mayoría no tenemos esa suerte en la vida real. La historia de la pequeña androide Nina y su terca abuela es de veras conmovedora, pero hubo otra que llegó más adentro en mi corazón, la de Hajime Edward, tal vez por las palabras de despedida del venerable matrimonio de ancianos que lo compró. Hay momentos verdaderamente hermosos en éste anime. Sin embargo eso es todo lo que son esas bellas y tristes historias: momentos, ya que Plastic Memories ni siquiera les dedica un capítulo entero para ellos. Entonces ¿cuál es el verdadero argumento de Plastic Memories?
Sencillo. Éste anime es un drama romántico entre un chico y una chica cuyo trágico destino se nos revela ya al inicio del primer capítulo, cuando somos testigos de su primer encuentro mientras la desgarrada voz en off del muchacho declara: Creo que fue entonces cuando me enamoré de ti, cuando aún no sabía ni como te llamabas. Él es Mizugaki Tsukasa, un joven de diecisiete años que por recomendación entra a trabajar en el Servicio de Terminales de SAI; y ella es Isla, un Giftia que trabaja en la misma empresa y a la que le queda muy poco tiempo de vida operativa. En realidad éste es un comienzo tan apropiado y bonito como cualquier otro para una historia de amor y pérdida, pero mentiría si dijera que su relación a lo largo de los trece capítulos que dura Plastic Memories ha logrado despertar en mi algo más que simple curiosidad. Porque es una historia dirigida a mentes jóvenes y como tal sigue paso por paso la fórmula de los animes de su género, cuyas normas dictan que se debe empapar el argumento en la clase de humor que personalmente menos disfruto: la comedia sencilla predominada por los clichés más utilizados.
(Sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Por ejemplo, emplean capítulos enteros para que Tsukasa intente impresionar y agradar a la introvertida Isla, y otros en los que ella, ya reconocidos sus sentimientos, intenta hacer lo propio complaciendole a él. Capítulos en los que tienen citas románticas, dudan de si mismos, se avergüenzan por todo, evitan el contacto físico, apartan sus miradas si por casualidad éstas se encuentran… y sus siempre cómplices compañeros de trabajo hacen todo lo posible por ayudarles en la relación. Mientras tanto en la ciudad decenas de personas temen ese inevitable momento en que el Servicio de Terminales llamará a su puerta para llevarse lo que más aman.
Pero aquí los espectadores no podemos hacer otra cosa que intuir, pues tras un tierno y prometedor primer capítulo Plastic Memories se centra en Tsukasa e Isla y en esa relación amorosa que poco a poco surge entre ellos sabiendo de antemano que está condenada a su extinción. Una relación amorosa infantil por otro lado, ya que la historia que cuenta Plastic Memoriesestá dirigida a un público de mentalidad muy joven, por norma general poco exigente con la credibilidad y profundidad de aquello que están mirando. Yo veo Plastic Memories como un anime estéticamente bonito que muestra algunos momentos muy conmovedores y con un Opening a la altura de My Soul your Beats. En la otra cara de la moneda sin embargo he visto un romance muy básico entre dos personajes psicológicamente poco definidos que únicamente representan un estereotipo muchas veces usado y que, al ocupar la mayoría de su argumento, hacen que Plastic Memories me haya resultado un anime poco disfrutable, intrascendente en la mayoría de sus capítulos. Aún así también es cierto que en su recta final la serie recupera algo de la delicadeza de sus inicios, cerrando el círculo con un capítulo final indudablemente bello y melancólico.
Ahora pienso en Plastic Memoriescomo un fuego fatuo, un anime que se revela como algo colorido, brillante y fugaz que rápidamente se apaga en la memoria. Ya se desvanece, ya se va.
Pero aquí los espectadores no podemos hacer otra cosa que intuir, pues tras un tierno y prometedor primer capítulo Plastic Memories se centra en Tsukasa e Isla y en esa relación amorosa que poco a poco surge entre ellos sabiendo de antemano que está condenada a su extinción. Una relación amorosa infantil por otro lado, ya que la historia que cuenta Plastic Memoriesestá dirigida a un público de mentalidad muy joven, por norma general poco exigente con la credibilidad y profundidad de aquello que están mirando. Yo veo Plastic Memories como un anime estéticamente bonito que muestra algunos momentos muy conmovedores y con un Opening a la altura de My Soul your Beats. En la otra cara de la moneda sin embargo he visto un romance muy básico entre dos personajes psicológicamente poco definidos que únicamente representan un estereotipo muchas veces usado y que, al ocupar la mayoría de su argumento, hacen que Plastic Memories me haya resultado un anime poco disfrutable, intrascendente en la mayoría de sus capítulos. Aún así también es cierto que en su recta final la serie recupera algo de la delicadeza de sus inicios, cerrando el círculo con un capítulo final indudablemente bello y melancólico.
Ahora pienso en Plastic Memoriescomo un fuego fatuo, un anime que se revela como algo colorido, brillante y fugaz que rápidamente se apaga en la memoria. Ya se desvanece, ya se va.