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Animación. Drama. Romance
Taeko Okajima es una joven que pide permiso de vacaciones para poder regresar a su casa de Yamagata, el pueblo de su cuñada, y donde vivió los momentos más felices de su vida. En el transcurso de su viaje a la granja de sus familiares y a su posterior estancia, Taeko irá recordando su pasado, mientras vive intensamente su presente, sin saber muy bien qué hacer con su vida. (FILMAFFINITY)
12 de abril de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El estudio Ghibli tiene dos leyendas como directores de muchas de sus obras: Miyazaki y Takahata. Muy diferentes a primera vista, pero en realidad son las dos caras de la misma moneda de la genialidad. Miyazaki ha primado las historias con acción, más internacionales y con un mayor contenido de fantasía. Takahata, por su parte, es mucho más "japonés" en sus películas, sus películas son más pausadas y la fantasía está menos presente. Por su puesto, hablo de líneas generales, pues Takahata tiene obras más fantásticas y con más acción (Pompoko) y Miyazaki más realistas y pausadas (El viento se levanta). No obstante, el caso es que Miyazaki es más fácil entendible en el extranjero, mientras que Takahata es más local... en apariencia.
Y es que Takahata nos presenta en esta "Recuerdos del ayer" una historia que, en realidad, se puede entender en cualquier cultura. Una mujer joven, Taeko, decide pasar unas vacaciones en el campo, para ayudar en la cosecha del cártamo y, sin que lo pueda evitar, eso le hace reevaluar su vida, a partir de sus recuerdos de cuando tenía 10 años.
Todo se hace de un modo muy natural. Los espectadores impacientes pueden confundir esta naturalidad con lentitud y con ausencia de un guión ordenado, pero Takahata no busca ese tipo de película. Lo que busca es mostrar ese proceso de evaluación inconsciente. Para los que tengan paciencia, se encontrarán con una película llena de pequeñas pinceladas, divertidas algunas, otras más serias, pero todas emotivas. Ayuda mucho a crear esa emoción la magnífica música y los impresionantes escenarios; los de la niñez con bordes difuminados, fondos de acuarela, los de la edad adulta llenos de preciosos detalles del entorno rural.
Para el público japonés, ver esta película debió ser como para los españoles ver el primer capítulo de la serie "Cuéntame", por la multitud de referencias culturales de la niñez de Taeko en 1966. Algunas son más internacionales (los Beatles, las minifaldas), pero otras, como los programas infantiles son muy locales... y sin embargo, tienen un componente universal que las hace parecer como un tesoro que perdiste y que has recuperado de modo milagroso. Eso sí, a diferencia de la serie española, muestra una familia japonesa, pero sin pretender ser representativa de nada, ni hacerla partícipe de todo lo que sucedía entonces en Japón. Esa falta de pretensiones la convierte en más real. Lo más curioso es que, al ser la cinta de 1991, y al desarrollarse la acción del "presente" de Taeko a comienzos de los años 80, también esa parte ahora está impregnada de nostalgia por un pasado lejano.
Un pequeño análisis más profundo de la película, sin demasiados destripes, en la zona spoiler.
Y es que Takahata nos presenta en esta "Recuerdos del ayer" una historia que, en realidad, se puede entender en cualquier cultura. Una mujer joven, Taeko, decide pasar unas vacaciones en el campo, para ayudar en la cosecha del cártamo y, sin que lo pueda evitar, eso le hace reevaluar su vida, a partir de sus recuerdos de cuando tenía 10 años.
Todo se hace de un modo muy natural. Los espectadores impacientes pueden confundir esta naturalidad con lentitud y con ausencia de un guión ordenado, pero Takahata no busca ese tipo de película. Lo que busca es mostrar ese proceso de evaluación inconsciente. Para los que tengan paciencia, se encontrarán con una película llena de pequeñas pinceladas, divertidas algunas, otras más serias, pero todas emotivas. Ayuda mucho a crear esa emoción la magnífica música y los impresionantes escenarios; los de la niñez con bordes difuminados, fondos de acuarela, los de la edad adulta llenos de preciosos detalles del entorno rural.
Para el público japonés, ver esta película debió ser como para los españoles ver el primer capítulo de la serie "Cuéntame", por la multitud de referencias culturales de la niñez de Taeko en 1966. Algunas son más internacionales (los Beatles, las minifaldas), pero otras, como los programas infantiles son muy locales... y sin embargo, tienen un componente universal que las hace parecer como un tesoro que perdiste y que has recuperado de modo milagroso. Eso sí, a diferencia de la serie española, muestra una familia japonesa, pero sin pretender ser representativa de nada, ni hacerla partícipe de todo lo que sucedía entonces en Japón. Esa falta de pretensiones la convierte en más real. Lo más curioso es que, al ser la cinta de 1991, y al desarrollarse la acción del "presente" de Taeko a comienzos de los años 80, también esa parte ahora está impregnada de nostalgia por un pasado lejano.
Un pequeño análisis más profundo de la película, sin demasiados destripes, en la zona spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La película en realidad es una vuelta a la esencia, a las raíces, ya que sólo desde allí se pueden adoptar las decisiones más importantes. Taeko viaja desde la megalópolis, Tokio, donde realiza un trabajo que no se explica en ningún momento de la película (incluso cuando se lo preguntan), hasta una zona rural, donde se muestra con detalle cada labor del campo que realiza. Labores básicas, con un fin explícito. Y del mismo modo, Taeko regresa, con sus recuerdos, a su infancia, a sus raíces, donde analiza su comportamiento, sus experiencias.
Lo que Taeko no sabe al comienzo de la película es que ese viaje al campo, a las raíces, le permitirán reflexionar sobre su propia esencia, sobre lo que realmente quiere de la vida, sobre si quiere cambiar el rumbo que lleva o seguir su naturaleza (convirtiéndose en una mariposa que vuele por fin de verdad).
En ningún instante hay un momento revelador, sino que todo se va posando de forma natural. Eso hace que el final sea TAN hermoso. No comento nada del mismo, porque sería una canallada. Sólo diré que si crees, después de verlo, que has desperdiciado dos horas de vida con esta película, quizás necesites un viaje a tus raíces.
Lo que Taeko no sabe al comienzo de la película es que ese viaje al campo, a las raíces, le permitirán reflexionar sobre su propia esencia, sobre lo que realmente quiere de la vida, sobre si quiere cambiar el rumbo que lleva o seguir su naturaleza (convirtiéndose en una mariposa que vuele por fin de verdad).
En ningún instante hay un momento revelador, sino que todo se va posando de forma natural. Eso hace que el final sea TAN hermoso. No comento nada del mismo, porque sería una canallada. Sólo diré que si crees, después de verlo, que has desperdiciado dos horas de vida con esta película, quizás necesites un viaje a tus raíces.