… y el grano es Rita. Sabemos que no hace falta que nos explique mucho para saber que todos nos habríamos subido a ese coche de caballos, al yate y hasta en el mismísimo demonio si nos lo hubiera pedido. Y una vez en el barco, se masca el clima de tensión, de rareza. Otra película empieza con la aparición de Grisby, su mirada y sonrisa de loco. Y luego la primera sorpresa, ¡mátame a mí! Estás loco tío. Segunda sopresa, ¡firma un documento como que me has matado!, yo no me fiaría de ti, colega. Tercera, ¡el cadáver de Grisby! Cuarta, ¡Banister es mi abogado! Quinta, ¿¿En serio esto es un juicio?? Sexta, ¡golpeo a los polis y huyo! Séptima, ¡¡lo de la jauría de tiburones era una premonición, nos contaste el final, Orson!!

Pero qué poderío en Rita, una mujer capaz de enamorar a tres hombres en una película. Y además con argumento. Ahí queda eso.

16/11/2020 nota: 6

He vuelto a ver la película por segunda vez y solo recordaba el inicio, en el coche de caballos, así como el final, la escena de los espejos, que me parece una obra maestra. Pero solo el final, ya que toda la película me parece un lío difícil de entender y creer. Primer error: ¿cómo va a decir un tipo al que acaban de conocer que ha matado a un fulano en Libia? Difícil, por no decir imposible. Por otro lado, el trato del asesinato, ¿qué saca de beneficio el detective? ¿Para qué quiere huir? Nadie le persigue, ¿por qué va a hacer eso y de dónde sale el dinero? Deja como un estúpido a O’Hara. Otra pantomima es el juicio, que es cómico, y no se entiende. Desconozco si se puede interrogar un abogado a sí mismo, imagino que no… Y luego otra cosa, las películas de Welles dan la impresión de estar guillotinadas, a trozos… Si le pasaba con todas, al final quizá el problema lo tenía él…