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Voto de CHIRU:
6
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Cine negro. Intriga. Thriller
En la ciudad de Los Angeles un agente de una compañía de seguros (Fred MacMurray) y una cliente (Bárbara Stanwyck) traman asesinar al marido de esta última para así cobrar un cuantioso y falso seguro de accidentes. Todo se complica cuando entra en acción Barton Keyes (Edward G. Robinson), investigador de la empresa de seguros. (FILMAFFINITY)
17 de febrero de 2015
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El inicio es insulso. Ninguno de los actores me impone, a excepción de Robinson, al que tengo refrescado por su impecable actuación en Perversidad. Se habla mucho de alcohol, sobre todo él: cerveza, ron, aguardiente, tabaco… Él solo piensa en ella, típico mujeriego. Ella solo piensa en el dinero. Pero hay algo más, seguro. La nota alta me lo dice. Pero, tras media hora, ya sé que no le voy a dar un 10.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Y la película da un giro cuando, al montarse el asegurador en el coche, Lola está dentro. La película esconde algo más. Y sabemos que el asesinato se va a consumir, pero no consiste en eso el film. Tenemos primero que adivinar cómo lo van a hacer. Ya lo hemos descubierto, nos ha sorprendido: caída accidental desde el tren. Luego, los aseguradores investigando hasta que Kayes y su intención dan con el asunto… o casi.
El final resulta una locura en la que caen todos. Tan increíble es que haya enamoramiento al principio como asesinato al final. Pero tenía razón, no llegó ni al ascensor.
Mi nota es así porque, de tres partes, suspenden dos: principio y cierre. Sin embargo, la trama es sorprendente. Y ha conseguido engancharme durante una hora. Y hay un momento, cuando el único testigo en el tren acude al despacho de la aseguradora. La tensión se masca en el ambiente.
Wilder nos da un toque de atención con su crítica social. Esta vez, contra el sucio negocio de las aseguradoras y los defraudadores. Vaya mundillo comenzaba allá por los años 40.
El final resulta una locura en la que caen todos. Tan increíble es que haya enamoramiento al principio como asesinato al final. Pero tenía razón, no llegó ni al ascensor.
Mi nota es así porque, de tres partes, suspenden dos: principio y cierre. Sin embargo, la trama es sorprendente. Y ha conseguido engancharme durante una hora. Y hay un momento, cuando el único testigo en el tren acude al despacho de la aseguradora. La tensión se masca en el ambiente.
Wilder nos da un toque de atención con su crítica social. Esta vez, contra el sucio negocio de las aseguradoras y los defraudadores. Vaya mundillo comenzaba allá por los años 40.