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Voto de Asier Gil:
6
5,4
3 707
Drama
Ismael Tchou, un niño mulato de 8 años, se fuga en el AVE rumbo a Barcelona para conocer a su padre. Su única pista es la dirección de un apartamento, escrita en el remite de una carta dirigida a su madre. Cuando encuentra el edificio, en el apartamento sólo está Nora, una elegante mujer de unos 50 años. (FILMAFFINITY)
11 de noviembre de 2019
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Recuerdo que pedí que me vendaran los ojos. Porque ya había estado allí y sabía que era fácil perderse o pasarse de largo si solo miraba. Si no conseguía sentirlo cerca. Lo oía latir, pero sonaba como ecos lejanos. 'Ismael' no era 'Kamchatka', y parecía que Marcelo Piñeyro no había dejado un rastro de migas de pan la última vez que llegó a él. Su historia lindaba ya con el ecuador, y el corazón continuaba evasivo, oculto. No capitularía con ataques frontales. Secuencias en las que cada frase tenía que ser tan perfecta y transmitir tanta carga emotiva que viajaba al otro lado de la frontera. A la sensiblería, a buscar la lágrima fácil con estereotipos y lugares comunes. Pero había que darle tiempo, porque el director argentino quería volver a desnudar el alma humana con un filme intimista, aunque demasiado ambicioso. Apenas dos horas no dan para escribir tratados sobre un hombre que descubre su paternidad cuando todavía es un niño que huyó de su madre para madurar por su cuenta. O sobre ese amor no olvidado que vuelve con un candado sin cerradura. O sobre el temor a que una cicatriz del pasado se abra y derrumbe un presente al que costó mucho esfuerzo llegar. Eso es 'Ismael', la historia de un niño de ocho años que sacude en un momento las vidas de quienes lo rodean.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La trama nace del deseo de Ismael de conocer a su padre biológico, del que solo tiene una dirección escrita en un sobre. Coge un tren de Madrid a Barcelona y se planta en su casa, donde conoce a su abuela (Belén Rueda), que lo lleva a un pueblo de la Costa Brava en el que reside Félix, su padre (Mario Casas). Tras enterarse, su madre viajará también hasta allí para recogerlo y llevarlo de vuelta a Madrid.
Piñeyro reúne a los personajes en un hotel junto al mar y los va insertando en atmósferas demasiado cargadas, en las que los enfrenta a sus temores y problemas. La película sobrevive en su primera mitad gracias a la trabajada labor del reparto, ya que el guion y una desacertada banda sonora casi están a punto de hundirla. Pero el director de 'El método' logra reflotarla, sobre todo cuando permite que la naturalidad se apodere de las escenas.
Sin imposturas ni trajes hechos a medida, los diálogos llegan más adentro y los enfrentamientos entre los personajes se vuelven reales. Sin que uno se dé cuenta, la historia va encontrado el camino. Juan Diego Botto y un enorme Sergi López ejercen también como faros para que el filme no se estrelle contra las rocas, aunque para entonces Piñeyro ya tiene bien agarrado el timón. Y lo dirige con tanta precisión que las tramas secundarias generan incluso más interés que el encuentro entre Ismael y su padre. Quizá Sergi López y Belén Rueda sean capaces por sí solos de generar emociones, o es posible que una historia que nace deslumbre más que otra que tiene escrito el punto y final antes de pensar siquiera en su título. Uniéndolo todo, Piñeyro había conseguido llegar de nuevo al corazón. La venda había caído.
Diario de Navarra / La séptima mirada
Piñeyro reúne a los personajes en un hotel junto al mar y los va insertando en atmósferas demasiado cargadas, en las que los enfrenta a sus temores y problemas. La película sobrevive en su primera mitad gracias a la trabajada labor del reparto, ya que el guion y una desacertada banda sonora casi están a punto de hundirla. Pero el director de 'El método' logra reflotarla, sobre todo cuando permite que la naturalidad se apodere de las escenas.
Sin imposturas ni trajes hechos a medida, los diálogos llegan más adentro y los enfrentamientos entre los personajes se vuelven reales. Sin que uno se dé cuenta, la historia va encontrado el camino. Juan Diego Botto y un enorme Sergi López ejercen también como faros para que el filme no se estrelle contra las rocas, aunque para entonces Piñeyro ya tiene bien agarrado el timón. Y lo dirige con tanta precisión que las tramas secundarias generan incluso más interés que el encuentro entre Ismael y su padre. Quizá Sergi López y Belén Rueda sean capaces por sí solos de generar emociones, o es posible que una historia que nace deslumbre más que otra que tiene escrito el punto y final antes de pensar siquiera en su título. Uniéndolo todo, Piñeyro había conseguido llegar de nuevo al corazón. La venda había caído.
Diario de Navarra / La séptima mirada