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Voto de Luis Ángel Lobato:
6
6,3
831
Drama. Cine negro
Christabel Caine (Joan Fontaine), una joven de apariencia dulce e ingenua, le gusta a todo el mundo, a su prima Donna Foster (Joan Leslie), a Curtis Carey, el acaudalado prometido de ésta, y a los amigos de la pareja. Sólo el escritor Nick Bradley (Robert Ryan) se da cuenta de que bajo esa apariencia angelical se esconde una mujer ambiciosa, fría y calculadora que está dispuesta a poner en práctica toda clase de argucias con tal de ... [+]
12 de septiembre de 2014
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película, Born to Be Bad (Nacida para el mal), de Nicholas Ray, rodada un año antes de su obra maestra que es --en mi opinión-- On Dangerous Ground (La casa de las sombras), pertenece a la primera --y mejor-- etapa del director, donde el género negro está casi omnipresente, y ofrece una serie de obras grandes como la ya aludida On Dangeorus Ground, o They Live By Night (Los amantes de la noche) y Knock on Any Door (Llamad a cualquier puerta) entre otras.
Pero lo que en estas era violencia, lirismo o denuncia social, en Nacida para el mal es blandura y una inexistente presencia del equilibrio necesario entre la aparente inocencia, el cinismo y la maldad del personaje central.
Lo que debería haber sido un thriller o un drama psicológico se queda en la ambigüedad de un melodrama con no demasiada fuerza, con una inadecuada -comprobable- protagonista -en principio podría haber resultado inquietante por la dulzura física de la gran Joan Fontaine y su pretendida turbiedad moral- que ni había nacido para el mal ni para el bien, y solo salvado por la maestría de los actores secundarios -el gran Robert Ryan a la cabeza- y por alguna secuencia plena de la pasión sentimental que tanto -y con tanta maestría- distinguió al aclamado director.
Con todo, interesante.
Pero lo que en estas era violencia, lirismo o denuncia social, en Nacida para el mal es blandura y una inexistente presencia del equilibrio necesario entre la aparente inocencia, el cinismo y la maldad del personaje central.
Lo que debería haber sido un thriller o un drama psicológico se queda en la ambigüedad de un melodrama con no demasiada fuerza, con una inadecuada -comprobable- protagonista -en principio podría haber resultado inquietante por la dulzura física de la gran Joan Fontaine y su pretendida turbiedad moral- que ni había nacido para el mal ni para el bien, y solo salvado por la maestría de los actores secundarios -el gran Robert Ryan a la cabeza- y por alguna secuencia plena de la pasión sentimental que tanto -y con tanta maestría- distinguió al aclamado director.
Con todo, interesante.