Cuando la estrenaron la verdad es que me llamó la atención pero tampoco como para pagar por ella así que decidí esperarme y la verdad es que menos mal porque vaya decepción sin necesidad de esperarme algo grande.
Mario Casas no es un actor que me repele porque Grupo 7 fue lo que desquitó todos esos prejuicios que tenía contra el, y no le considero un actor mediocre aunque tampoco un tipo inteligente a la hora de escoger los guiones. Belén Rueda tampoco me parece una actriz mala pero tampoco tan buena como algunos quieren decir. La cinta quizás no sea problema de los actores que Casas y Rueda me parecen correctos en sus roles aunque sin sobresalir pero sí le falla la dirección por parte del director de darle emoción y peso a los actores mediante el guión que no se desenvuelve de la manera más efusiva y controlada. El director no toma las riendas como debería y tropieza con los convencionalismos, los clichés, el azucar en algunos momentos y en lo previsible. No saca lo mejor de lo que una historia como esta, siendo simple y televisiva porque parece un telefilm de antena 3 se reduce a eso sin necesidad de sacar partido de su reparto, sin entretener, sin emocionar y para colmo introduce subtramas absurdas que dan vergüenza ajena como la de los chavales gamberros dejando claro la ideología del propio director transmitiendo ese mensaje de que la rebeldía tiene buen corazón y que los delincuentes no son malos y los polis si lo son.
Sinceramente a raíz de eso, es una película sin alma, sin sorpresas que no impacta, no llega a emocionar y ni siquiera a entretener resultando estúpida por algunos secundarios que intentan sacar la risa de la manera más común en las series y películas españolas y tampoco sorprende con al menos un desenlace amargo y correcto como suele ser la vida real, pero siempre tiene que terminar como estamos acostumbrados. En definitiva, una cinta previsible, tópica, que no muestra nada nuevo ni explota eso que no quiere innovar dejando una cinta vacía de sentimientos. Floja.