Esta película tiene algo que atrapa, quizás esa sensación onírica de estar a finales de un verano donde se avecinan muchos cambios, en todo momento de la película planea esa sensación y parece que el tiempo se acaba y los personajes tienen que actuar según sus anhelos. Todos esperan algo, todos quieren algo, y casi en su totalidad no son deseos correspondidos, salvo la pareja de mayores que parecen felices depués de una vida con muchas anécdotas.

Es profunda, tiene frases memorables, como cuando la madre de Mia Farrow se mira al espejo y dice que falta algo en espejo, que es el futuro. Y constantemente ese personaje está dando consejos sobre cómo vivir la juventud, parece que es el propio Woody Allen el que habla dando consejos a los más jóvenes, de aprovechar el momento y hacer algo con la vida. También el físico teórico que estudia el universo tiene su momento durante esa tormenta en la que se va la luz, hablando del sinsentido del universo, del caos y de que no existe nada más allá, que todo desaparecerá.

Estamos ante la típica historia de Woody Allen, de amores cruzados, de enredos que no parecen tener fin, pero esta me ha gustado más que otras porque el ambiente es diferente y, de algún modo, acogedor.

Las actuaciones están en un nivel muy alto, quizás demasiadas lágrimas a veces, pero la historia lo requería y el personaje inestable de Mia Farrow así lo requería.