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Voto de Quatermain80:
7
Terror. Thriller Un peligroso asesino, apodado Barba Azul, tiene aterrorizados a los habitantes de París. A todos menos a Lucille, una modesta costurera que, desoyendo el clamor popular, decide salir a dar un paseo nocturno por la ciudad. Gracias a ello conocerá a Gaston Morrell, un titiritero que le ofrecerá trabajo como modista en su espectáculo de marionetas. La llegada de Lucille a la compañía provocará los inevitables celos de Renee, la amante de ... [+]
19 de octubre de 2011
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
En apenas hora y cuarto, con escasos medios, limitados intérpretes, pero mucho talento, Ulmer nos acerca esta versión libre de la historia de Barba Azul, aquí dulcificada por un encantador aire romántico, bien sugerido desde la construcción psicológica del personaje principal y también desde las imágenes y decorados empleados.

Así, la sórdida historia del Barba Azul real, mucho más oscura, resulta enriquecida por múltiples matices que emparentan la película con los argumentos y ambientes propios de los folletines decimonónicos, cuya época recrea el filme. El asesino, lejos de ser un monstruo desalmado o un ser despreciable, se nos presenta bajo la luz de cierta vulnerabilidad íntima, de forma que parece más bien víctima de una experiencia traumática que le empuja irremediablemente hacia el crimen. Su misma presencia, apuesta y amable, refuerza esa sensación de ambigüedad, subrayando el conflicto interno que lo devora por dentro. De hecho, si hay algún personaje que responda al arquetipo de villano, ese sería Lamarte, quien manipula a Morrell por puro interés; esta relación entre ambos personajes está tomada de "Fausto", precisamente la obra que se representa en la brillante secuencia del teatro de marionetas.

Película de serie B, y por tanto condenada a la penuria característica de tales producciones, sorprende sin embargo por la invención de sus imágenes, por la perfección con la que se construye la atmósfera adecuada para la historia, un París de espacios cerrados, interiores, y galerías subterráneas que parece sacado de "Los misterios de París" de Eugene Sue. La pobreza de los decorados o su escasez se oculta jugando con las luces y las sombras (magnífica fotografía y efectos, de la mano de un especialista como Schüfftan), así como con los abundantes primeros planos. La puesta en escena de Ulmer, barroca y expresionista, deudora de sus años de formación en la UFA, apunta en la misma dirección, logrando momentos de gran brillantez.

El aire romántico de la película encuentra su culminación cuando finalmente comprendemos qué es lo que impulsa a Morrell en su locura psicópata; artista, y como tal obsesionado con la búsqueda de la belleza, no puede soportar que, habiendo creído alcanzarla encarnada en una mujer, ésta resultase falsa, baja y vulgar. Así, el origen de su trastorno es la corrupción del ideal de la belleza, y el drama reside en que no puede evitar seguir buscando ese ideal, dejando como bocetos fallidos, los cadáveres de sus esperanzas frustradas.
Quatermain80
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