La vida mancha de Enrique Urbizu es un drama familiar basado en un joven casado y con un hijo que trabaja con un camión y que tiene una deuda y un problema con el juego, hasta que aparece misteriosamente su hermano después de muchos años sin verlo y lo cambia todo. Dirigida con un ritmo tranquilo y con el estilo característico del director al ocultar lo máximo posible la verdadera cara del personaje, es una obra hermosa que va creando más y más interés a medida que avanza la trama para satisfacción de los seguidores del género y del director, ya que contiene ciertos detalles particulares y de buen cine que crean una atmósfera de naturalidad aunque dejando la constante sensación de que algo se va cociendo poco a poco, concluyendo un notable film que deja estupendas vibraciones tras su visionado.
La fotografía es lumínica y confortante en sus alusivas imágenes que son estéticamente competentes e idóneas para lo que ofrece el film, y lo hace de forma sencilla y natural, sin añadiduras artificiales. La música es emotiva y algo sentimental en sus melodías, logrando un agradable acompañamiento musical que es variado según la trama y usado solo en las ocasiones oportunas. Los planos y movimientos de cámara consuman una buena labor técnica mediante el uso de los detalles, primeros y primerísimos planos, seguimiento, reconocimiento, cámara en mano, subjetivos y generales que exprimen lo mejor de las interpretaciones.
Las actuaciones son remarcables y están bien logradas. Como protagonistas José Coronado está convincente en un papel con oscuridad psicológica, Zay Nuba está encantadora y cumplidora en su labor y Juan Sanz está irreprochable en su tarea de hombre adicto al juego, siendo creíbles también los acompañamientos de Sandro Polo, Yohana Cobo, Silvia Espigado y Alfonso Torregrosa entre otros. Emplea para estos la dirección artística unos vestuarios y caracterizaciones variados y comunes que son sugerentes de cada personaje en una correcta labor que junto con los decorados y exteriores cumplen con su cometido.
El guion, escrito por Michel Gaztambide, va creando poco a poco interés a medida que avanza la trama, dejando todo el rato al público con el desconcierto de saber de dónde sale y quien es el hermano misterioso del joven protagonista, logrando con ello mantener eficazmente al público absorto y dando notas en todo momento de buen cine, de ese que cala eficazmente en el espectador para no olvidarlo. Esto se lleva a cabo con una narrativa sugerente y afectiva que pasa de tímida a insinuante en un equilibrado trabajo que gusta escuchar. Cabe destacar también, el montaje lineal y seguido que no se da prisas en ir mostrando la verdadera cara de los protagonistas ni su historia.
Para finalizar, la considero una obra imperecedera e indispensable en la filmografía de Urbizu y en el cine español que marca con sinceridad el corazón del espectador, dejando mella por ciertos detalles de ocultación y sentimentales que sin añadiduras artificiales cautivan a todo aquel que se propone descubrirla. Recomendable por su dirección, guion, actuaciones, fotografía, música, montaje, planos, movimientos de cámara y narrativa que convierten a La vida mancha, en un film emotivo y arrebatador que se queda en la mente y el corazón del espectador.