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España España · Madrid
Voto de BURÓ:
7
Drama. Intriga En 1964, en una parroquia del Bronx, un apasionado y carismático sacerdote, el padre Flynn (Seymour Hoffman) intenta cambiar las rígidas normas del colegio, que durante años han sido celosamente salvaguardadas por la hermana Aloysius Beauvier (Meryl Streep), una estricta directora que cree firmemente en el poder de la disciplina. Soplan vientos de cambio político; prueba de ello es que el colegio ha aceptado al primer alumno negro, ... [+]
4 de julio de 2009
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Streep es la monja con un pasado que sólo nos es mostrado a medias y en la lejanía. Hoffman es el cura del cual conocemos sus hechos, a través de sus actos. Y para completar el triángulo aparece Amy Adams, que es la encargada de observar la duda desde la cercanía que otorga, el poder ser a la vez manipulada por las dos partes.

Con esta aparentemente simple premisa, asistimos a uno de los duelos interpretativos más intensos que he disfrutado en mucho tiempo. Con una ambientación y vestuario fantásticos, pretenden crear una atmósfera cargante y opresiva, que funciona. Los diálogos mantenidos por el dúo y el trío de actores, son extremadamente inteligentes. Las reacciones del microuniverso que se mueve alrededor del despacho de Streep, actúan como metáforas inquietantes y detonantes que encrespan los ánimos del contrario.
Así las bombillas, ventanas, papeles y demás elementos perfectamente naturales, cobran vida propia y se funden, abren solas y descolocan, generando una tensión que va en relación directa a la soportada verbalmente. Y con ésta aparente escasez de medios, logran germinar una semilla oculta en el subconsciente que crece y crece hasta su desenlace.

Para ayudarnos a que lleguemos a nuestras propias conclusiones, nos van mostrando los hechos, la violencia oculta de los diálogos, que va en aumento, pasando por las distintas formas de afrontar el celibato y de sobrellevarlo. Y al fin... llegamos a las manipulaciones descaradas, la batalla de engaños y las zancadillas traicioneras.
Y de repente, empiezan una secuencia de hechos que desembocan en un final incierto. Se disfruta de sus interpretaciones y de la angustia existencial que generan las mismas. Es decir, se sufre en proporción directa al éxtasis que genera contemplar a estos monstruos actuando.

En realidad los diálogos, comportamientos y actitudes van mucho más allá de lo que quieren decir. Y lo que sugieren, es mucho más profundo de lo que muestran.
BURÓ
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