«Espero que esa gente se pudra en el infierno. Desearía que todos estuviesen en el mismo tranvía y saltase por los aires»
Abel Ferrara, director de “Teniente corrupto”, 1992.
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«No tengo ni idea de quién es Abel Ferrara, pero dejadle luchar contra los molinos de viento como hizo Don Quijote. No siento que haga un homenaje a Ferrara porque no sé qué es lo que hace. Nunca he visto una película suya. ¿Es italiano? ¿Es francés? ¿Quién es?»
Werner Herzog, director de “Teniente corrupto”, 2009.
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Las declaraciones anteriores dejan el libre poso de la interpretación. Como la libre pluma de Herzog para contar la misma historia. Una serpiente marina serpentea entre la basura y traspasando las rejas de la libertad. Nueva Orleans… pasado un huracán llamado Katrina. Sueños de peces y colocones con iguanas parece un material escasamente favorecedor para el “Teniente corrupto” de Abel Ferrara. Y es precisamente ese punto de partida con lo que se inicia una nueva historia aunque aquí nadie se cree que Herzog no haya visto ninguna película del director de “El funeral”.
Mismos puntos de partida para desarrollos propensos a los excesos de cada cineasta. Aquí no existe ese afán autodestructivo ni la moral puesta en tela de juicio con referencias redentoras y católicas ferrarianas sino los furores megalómanos de los héroes herzogianos en ambientes huracanados adversos. Hay locura mediante un punto de vista digital, reptiles acechando y ciertas ínfulas cíclicas para emular a un tornado cinematográfico.
Nicolas Cage y Eva Mendes parecen estar en medio de un interesante thriller por efecto y apariencia, por declaración de intenciones y especulación fílmica.