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Estados Unidos Estados Unidos · Raccoon City
Voto de Maldito Bastardo:
4
Drama Bilbao, años 80. Un Comandante de la Guardia Civil descubre que su hijo Paco de 17 años, que espera que ingrese en la Academia Militar, es heroinómano. Urko, el mejor amigo de Paco e hijo de un dirigente abertzale, también es heroinómano. En un momento dado, Paco huye de casa llevándose una pistola de su padre. Mientras el Comandante inicia la búsqueda de su hijo acompañado del padre de Urko, empieza a descubrir un mundo desconocido y ... [+]
11 de diciembre de 2011
7 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque es una película representativa del ‘cine quinqui’ no deja de ser una de sus más comerciales y consecuentemente provocativas para ‘enganchar’ a la audiencia. Eloy de la Iglesia declaró que era una historia de padres e hijos, para nada una provocación. Lo sería si esos padres no fueran un guardia civil y un dirigente abertzale, si no insinuase esa leyenda urbana (sin confirmar pero con fundamento) que la Guardia Civil ayudaba con la entrada de heroína a Euskadi. El cóctel incluye terrorismo, política y drogas entre brutalidad policial y una flagrante actitud controvertida ya que en los cines en los que se proyectaba los toxicómanos, en vez de aprender la lección, tenían que irse a meter un ‘pico’ a los quince minutos.

Basada en un hecho real ocurrido en los madriles (barrio de Argüelles), que fueron ‘vasconizados’ para el cóctel del cineasta, sobre un heroinómano e hijo de guardia civil. El problema de “El pico” es que su macedonia político-social-militar no puede ser revisada entre su cutrez como un “Reefer Madness” made in Spain (perdón, Basque Country). Ese «No soy drogadicto, simplemente me enseñaron a poner inyecciones en un curso de primeros auxilios» tiene su gracia pero sus personajes tampoco ayudan. El padre es guarda civil pero es tan tonto y ciego que no ve que su hijo es un adicto a la heroína. Tal vez quiere ignorarlo. ¡Qué difícil es ser picoleto! Entre el tricornio y llevar al niño a por su primer ‘coñio’. Ay, er Paco que se fuga y se pincha.

Alejarse de las malas compañías es un recurso pero de lo que no se alejan son de esos terribles sonidos guturales y clichés más malos que la heroína: cuando mira la foto de mamá…, por ejemplo. El mono aquí es visto como una destrucción artística a otro rítmo al borde del colapso.
Pues eso, que con el tricornio se va todo ar ‘conio’. Y con ese título artístico de FIN en el Tricornio acompañado de un descarte de Parchís le resta dos puntos a la atrevida propuesta.

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Insulto a los gays:
“El pico” es la mejor arma contra esas gayers que van de chulas por la vida con sus cuerpos depilados, horas de gimnasio, estiramientos faciales (y de labios rectales) y perfecto cutis. En los 80 los gays eran, según “El Pico”, «un extraño individuo rubio, con mucha nariz y ojos de rana. No son de fiar y nunca tendrán la confianza de la Guardia Civil». Sí, los gays eran como "Quique" San Francisco.
Maldito Bastardo
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