La directora había dejado la vara muy alta con 'Promising Young Woman', con una Carey Mulligan colosal, por lo que 'Saltburn', su segundo trabajo, representaría un desafío interesante.

La primera media hora del film, esa que transcurre en la Universidad de Oxford, parece traernos lo mejor de un relato que, de una manera algo forzada, va cambiando de estilo abruptamente.

Barry Keoghan vuelve a brindarnos una actuación magnífica (de las mejores de su carrera junto a 'The Killing of a Sacred Deer'), en la piel de un jovencito que de a poco comienza a vincularse con el más popular, entrador y atractivo muchacho del círculo de estudiantes (muy buen rol de Jacob Elordi), quien lo invita a pasar el verano a la mansión de su familia. Allí, entre personajes ricachones y excéntricos (vale destacar a Rosamund Pike), el asunto se va transformando en una suerte de sátira, donde se marcan las diferencias de clases.

Fennell va maniobrando, probando con elementos cada vez más jugados, en lo que da la impresión de resultar un intento voraz de buscar impactar al espectador. Para ello, se vale de secuencias bañadas de perversiones sexuales, sadismo y una serie de cuestiones que se mueven entre lo sugerente y lo retorcido.

'Saltburn' no termina de conquistar: encuentra sus momentos más logrados en el primer y en el tercer acto (este último con sus falencias), siendo el del medio el más provocador pero también el que menos engancha.

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