El regreso de Erice después de tantos años se trata de un relato cargado de reflexiones, en el que las actuaciones no son para nada cuestionables (sino más bien dignas de elogios), aunque tal vez su extensa duración sí signifique un problema para lo que se narra.

En 'Cerrar los ojos', un actor desaparece durante el rodaje de un film y jamás encuentran su cuerpo. El misterio que envuelve el suceso vuelve a cobrar protagonismo después de mucho tiempo, cuando un programa televisivo lo evoca.

La película tiene como figura central a un escritor/director (excepcional y sentida labor de Manolo Solo) que, tras una larga inactividad (¿acaso Erice se pone autorreferencial?), persigue la búsqueda de su amigo perdido.

Se crea un clima intimista en el que la naturalidad de los diálogos entre los participantes pareciera ser el plato fuerte: aquí, la nostalgia por lo vivido, cómo transitar la vejez y la soledad (entre otros temas), se apoderan de las escenas.

Curiosamente, en 'Cerrar los ojos' los personajes son siempre amables, sin que ningún conflicto emerja o represente una traba. La cordialidad reinante puede llegar a chocar y hacer que nos preguntemos qué tan necesario resulta incluir secuencias estiradas entre ellos.

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