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España España · Valencia
Voto de Talladal:
7
Drama Narra la vida, fuera de lo común, de la francesa Séraphine de Senlis, una mujer nacida en 1864 que fue pastora, luego ama de casa y, finalmente, pintora antes de hundirse en la locura. Comienzos de siglo XX. Séraphine Louis, de 42 años, vive en Senlis y se gana la vida limpiando casas. El poco tiempo que le sobra lo ocupa pintando. Es la mujer de la limpieza de la Sra. Duphot, que alquila un piso a Wilhelm Uhde, un marchante alemán ... [+]
19 de mayo de 2009
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al artista le compele el instinto creativo, que justifica su existencia. Este instinto es autónomo y las circunstancias externas pueden apremiarlo o demorarlo, pero nunca detenerlo. Una vez puesto en marcha, el instinto es pura inercia.

El artista está preñado de sus obras, por lo que estas son su don, su carga y su alegría. Su comportamiento es extraordinario. En la Antigüedad, los locos eran los mensajeros de la divinidad porque el contacto con aquellos que pueden crear el mundo trastorna a quienes son solo sus criaturas. Otra versión de la explicación atiende a que la locura es el don que los dioses confieren a algunos elegidos para que medien en la labor creadora de aquellos. El loco y el artista comparten así una naturaleza común. El artista es un ser descompensado psíquicamente, con una jerarquía de necesidades distinta al resto de sus congéneres. Su fuerte instinto creativo se proyecta en la obra a partir de la confluencia de su extraño mundo interior y de los estímulos provenientes de la cultura. Cuando la mezcla de estos elementos externos e internos se combina en las dosis idóneas, se produce la dorada alquimia de la inspiración, la condición de la obra. El tiempo y la práctica depurarán la técnica del perseverante. La cultura afecta al artista y condiciona su obra: Este es capaz de reconciliar a los opuestos en una síntesis total que es la obra de arte. Así pues, por ejemplo, paganismo panteísta y religiosidad cristiana pueden converger en un bello objeto físico. Y aunque la belleza puede ser contemplada por todos, hay talentosos de la percepción, paladares exquisitos, que adelantan los gustos que posteriormente todos disfrutarán. A su manera, estos estetas son también plantas exóticas que obedecen a un instinto propio cargado de destino. Son los primeros admiradores del artista e instrumentos complementarios en la dificultosa progresión del arte en su constante búsqueda de la sutil e inasible belleza.

El marco histórico está perfectamente escogido para hacer verosímil la historia. La película está rodada con gusto exquisito y técnicamente es excelente. A destacar las secuencias en exteriores y su banda sonora. Todos los actores están magníficos. Una película morosa, impresionista en la narración, no apta para caracteres proclives a la precipitación y a burdos efectismos.
Talladal
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